de.burbujas.y.realidad
¿Cómo hablar de lo que no tiene nombre, de lo que está y parece un fantasma, de lo que es y vive ocultandose?. Quizá sea al revés y se muestre tanto, que tan cansados de verlo, lo mimeticemos con el ambiente. Quizá estemos locos y necesitemos una excusa para exteriorizarlo.
Pero no. Hoy vivimos tiempos de burbujas. ¡Si sabremos de burbujas los argentinos!. Vamos de burbuja en burbuja, tratando que no se rompa, volando por los aires joviables, alegres, altivos, como la mismísima pompa de jabón. Pero cada tanto damos un paso en falso, y la burbuja se rompe, o calculamos mal el salto y caemos, como una piedra hacia el suelo. Ahi sufrimos, nos quejamos, planificamos las mejores ciudades, en los cimientos aun vírgenes del territorio que (aun) poseemos. Propuestas, promesas, esperanzas. Rápidos analgésicos para el dolor de la caída y para la desolación de la realidad, asi cruda y filosa como se presenta.
Pero volvemos a fabricar espuma, castillos, edificios, centros comerciales, ciudades enteras de jabón. Ciudades vacías. Ciudades de arena.
Es más cómodo divagar por los aires, soñar mundos distintos, mirar el jardín ajeno, seguir lo pre-establecido, anular las preguntas, balar como una oveja, en vez de poner los pies sobre la tierra. Si, una tierra fría, recelosa, hostíl, manejada por seres humanos, para seres humanos animalizados y embrutecidos.
Pero claro, ¿cómo diferenciar una burbuja de la realidad?, cuándo vivimos constantemente atrapados, anesteciados, adormecidos por melodías sutíles, de rítmos perfectamente planeados, para mantener eso poco que queda de mente ocupado en perpetuar el ensueño.
Unos pocos, por accidente, por voluntad propia, por circunstancias de la vida, despertamos, y como un parto doloroso, sufrimos día a día esta enjabonada jaula de rejas transparentes pero impenetrables. Pensamos en la resistencia, los bandos opuestos, la lucha, la esperanza que podamos alcanzar su pared y con una aguja romperla. Pensamos en vano, porque no tiene una sola capa, tiene tantas como individuos estén atrapados en ella. Pensamos y pensamos y mientras más lo hacemos, más nos retuerce su suave terciopelo, nos acaricia salvajemente hasta que entremos en razón. No hay pelea, no se puede pelar contra lo que no existe. !Si está todo bien!
Sus métodos son más que eficaces: elimina las anomalías, como cualquier cuerpo viviente: virus, enfermedades, cáncer: eso somos. Excluídos totalmente del sistema económico, deja clara la regla de oro: jamás intentes ir contra la burbuja o te podrirás solo en un costado. Ni siquiera te dará muerte. ¿Para qué ensuciarse las manos? Sus métodos está más que perfeccionados. Fuera del sistema económico hoy no sos nada. Listo... ahi está la solución.
Ya no hace falta pensar en ejércitos de proletariados, pobres, indigentes como los marginados. Ahora también los que piensan quedan marginados. Tampoco pensamos teorías magistrales, ni siquiera escribimos libros o nos creemos sabios. Muy por el contrario, somos los que observamos la realidad diariamente y la podemos ver claramente. Vemos los hilos invisibles, las bocas de lobo, la hoguera, el látigo, el altoparlante, las camisas de fuerza, los grisáceos colores disfrazados de verdes y azules. Presenciamos, como testigos anónimos, esa masa uniforme de control y sin embargo no podemos nombrarlo. Estamos estupefactos ante un plan minuciosamente concreto y genericamente impensable. Es, está, nos supera y por eso callamos. Apabullados por la imágenes que estamos condenados a ver. Indefensos por haber osado mirarla a los ojos. Impotentes por no poder hacer nada.
Estamos viviendo nuevas formas de censura, de tortura, de muerte. El enemigo no existe, el enemigo es cuestión vieja. El enemigo oficial, con mayúsculas, se cayó junto con el muro. Ahora ya no hay enemigos, tampoco hay amigos. Hay híbridos, mediocridad, salvese quien pueda, monstruos con cara de princesa y princesas con cara de mostruo. Ya nada está claro. Todo puede ser hostíl como puede ser bello. En ese mar de incertidumbre vivimos, todos los días. Luchando quien sabe con quien, sobreviviendo quien sabe a qué.
Hoy, el país vive en una la burbuja, la misma crece, y la escasa y deteriorada realidad se vacía cada vez más de contenido. Estamos en esa transición más que conocida de lo peor a lo "más peor". No es pesimismo. Es observación aguda, testimonios compartidos, dos dedos de frente.
¿Triste? tristísimo... ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién deja de luchar y perece? ¿Quién se transforma y sobrevive? ¿Quién vive maquinalmente? ¿Qué hacemos?
Pero no. Hoy vivimos tiempos de burbujas. ¡Si sabremos de burbujas los argentinos!. Vamos de burbuja en burbuja, tratando que no se rompa, volando por los aires joviables, alegres, altivos, como la mismísima pompa de jabón. Pero cada tanto damos un paso en falso, y la burbuja se rompe, o calculamos mal el salto y caemos, como una piedra hacia el suelo. Ahi sufrimos, nos quejamos, planificamos las mejores ciudades, en los cimientos aun vírgenes del territorio que (aun) poseemos. Propuestas, promesas, esperanzas. Rápidos analgésicos para el dolor de la caída y para la desolación de la realidad, asi cruda y filosa como se presenta.
Pero volvemos a fabricar espuma, castillos, edificios, centros comerciales, ciudades enteras de jabón. Ciudades vacías. Ciudades de arena.
Es más cómodo divagar por los aires, soñar mundos distintos, mirar el jardín ajeno, seguir lo pre-establecido, anular las preguntas, balar como una oveja, en vez de poner los pies sobre la tierra. Si, una tierra fría, recelosa, hostíl, manejada por seres humanos, para seres humanos animalizados y embrutecidos.
Pero claro, ¿cómo diferenciar una burbuja de la realidad?, cuándo vivimos constantemente atrapados, anesteciados, adormecidos por melodías sutíles, de rítmos perfectamente planeados, para mantener eso poco que queda de mente ocupado en perpetuar el ensueño.
Unos pocos, por accidente, por voluntad propia, por circunstancias de la vida, despertamos, y como un parto doloroso, sufrimos día a día esta enjabonada jaula de rejas transparentes pero impenetrables. Pensamos en la resistencia, los bandos opuestos, la lucha, la esperanza que podamos alcanzar su pared y con una aguja romperla. Pensamos en vano, porque no tiene una sola capa, tiene tantas como individuos estén atrapados en ella. Pensamos y pensamos y mientras más lo hacemos, más nos retuerce su suave terciopelo, nos acaricia salvajemente hasta que entremos en razón. No hay pelea, no se puede pelar contra lo que no existe. !Si está todo bien!
Sus métodos son más que eficaces: elimina las anomalías, como cualquier cuerpo viviente: virus, enfermedades, cáncer: eso somos. Excluídos totalmente del sistema económico, deja clara la regla de oro: jamás intentes ir contra la burbuja o te podrirás solo en un costado. Ni siquiera te dará muerte. ¿Para qué ensuciarse las manos? Sus métodos está más que perfeccionados. Fuera del sistema económico hoy no sos nada. Listo... ahi está la solución.
Ya no hace falta pensar en ejércitos de proletariados, pobres, indigentes como los marginados. Ahora también los que piensan quedan marginados. Tampoco pensamos teorías magistrales, ni siquiera escribimos libros o nos creemos sabios. Muy por el contrario, somos los que observamos la realidad diariamente y la podemos ver claramente. Vemos los hilos invisibles, las bocas de lobo, la hoguera, el látigo, el altoparlante, las camisas de fuerza, los grisáceos colores disfrazados de verdes y azules. Presenciamos, como testigos anónimos, esa masa uniforme de control y sin embargo no podemos nombrarlo. Estamos estupefactos ante un plan minuciosamente concreto y genericamente impensable. Es, está, nos supera y por eso callamos. Apabullados por la imágenes que estamos condenados a ver. Indefensos por haber osado mirarla a los ojos. Impotentes por no poder hacer nada.
Estamos viviendo nuevas formas de censura, de tortura, de muerte. El enemigo no existe, el enemigo es cuestión vieja. El enemigo oficial, con mayúsculas, se cayó junto con el muro. Ahora ya no hay enemigos, tampoco hay amigos. Hay híbridos, mediocridad, salvese quien pueda, monstruos con cara de princesa y princesas con cara de mostruo. Ya nada está claro. Todo puede ser hostíl como puede ser bello. En ese mar de incertidumbre vivimos, todos los días. Luchando quien sabe con quien, sobreviviendo quien sabe a qué.
Hoy, el país vive en una la burbuja, la misma crece, y la escasa y deteriorada realidad se vacía cada vez más de contenido. Estamos en esa transición más que conocida de lo peor a lo "más peor". No es pesimismo. Es observación aguda, testimonios compartidos, dos dedos de frente.
¿Triste? tristísimo... ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién deja de luchar y perece? ¿Quién se transforma y sobrevive? ¿Quién vive maquinalmente? ¿Qué hacemos?
Etiquetas: crítica social, dos dedos de frente, frustración, hartazgo
3 Comentarios:
La imagen de la burbuja me parece demasiado bella y a la vez etérea como para expresar lo que estás expresando, si bien es verdad que los mótivos son válidos para elegirla.
Me encantó "no nos creemos sabios... somos los que observamos la realidad diariamente y la podemos ver claramente". Porque es eso. Nuestro discurso no es el resultado de una conducta que busca satisfaccer una necesidad narcisista y aristocratizante. Es la consecuencia de una angustia indecible, de la impotencia y la frustración.
Coincido con esa frase que señala leopoldo, que lo que pasa es que vemos y nos angustia ver y no poder explicar, explicar y no llegar a hacernos entender, quedarnos en el vacío mismo de tener algo y no poder compartirlo.
Me quedé pensando primero en la metáfora de la burbuja, porque enseguida la trasladé al plano personal: es tan fácil inventarse sueños maravillosos, y soñar con ellos; el problema es llevarlos a la realidad, darnos cuenta que no siempre se pueden realizar, o que para hacerlo primero debemos vencer tantas barreras... Y al chocar contra éstas es cuando se rompe la burbuja y recurrimos desesperados a todos los medios para salvarnos.
Si lo pensamos en el plano social es casi lo mismo, vivimos en una burbuja y al estrellarnos (qué mejor ejemplo que la crisis del 2001) saltamos todos para ayudarnos. Luego, con la calma, se vuelve a la burbuja, siempre fue más fácil y atractivo, y precisamente el problema es ése,no creer que porque haya pasado el choque todo esté bien.
Y entonces ahi hablas de las nuevas formas de censura; por supuesto, quienes vemos y queremos hablar somos callados por la inminencia de las problematicas que circulan la burbuja, y no por el suelo que amenaza con estrellarla. Y si, nos vemos censurados... por el silencio, la indiferencia, tantas cosas....
en fin, creo estar repitiendo todo aquello que decís, y por eso no quisiera extenderme mucho mas...
Simplemente que coincido con esas nuevas formas de censura ocultas en la naturalidad de todos los días...
Ahora recuerdo un artículo que leí el otro día acerca de los reality show y el sistema de exclusión/inclusión del capitalismo... Creo que puede gustarte, asi que ya mismo te lo mando ;)
No tengo respuesta a tus preguntas, ya que somos varios los que nos preguntamos lo mismo en silencio y sin animarnos a decirlo... Quizas ahi esté el eje del cambio, hablar ya no desde el sentido común y lo que debe ser, sino desde aquello que se ve, aquello que se siente y experimenta en este mundo más concreto que una vulnerable burbuja...
te dejo un beso...
Encantada de encontrarte.
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