la.esquina.eterna
La cafetería de dos mesas ocupadas, de dos sueños perdidos mirando en distinta dirección, parece un reloj parado que ya no cuenta más.
La televisión prendida, unos ojos que parecen mirar a través de la vidriera al colectivo que pasa para luego volver a pasar. Intermitente, el recorrido se repite, no hay azar alrededor, cálculos, espacios y cuerpos contabilizados para optimizar el tiempo de la mayoría. Sin embargo algunos se escabullen, por un rato, y parecen escapar, de la lógica del tiempo en la ciudad. Entre las pocas caras que caminan, porque de noche no hay que caminar, ella sonríe mientras toma su copa de vino que se está por acabar.
El espera solo, comiendo un bistec con puré, la silla de al lado parece lista para alguien pero nadie parece arrimar. No creo que le importe, su mirada aunque clavada en el televisor, esta en ese otro lado, donde comenta con su alguien que rico está el bistec.
Los mozos ya no charlan, parecen dormitar, inmóviles esperan que se vayan estos dos perdidos en el tiempo para poder cerrar.
Yo lo observo, como un flash por la ventana del colectivo, dos segundos, obviamente el tiempo si corre desde mi lado de la ventana. Sin embargo una semilla de inmutabilidad me carcome y no puedo dejar de pensar en esa imagen eterna de soledad.
La televisión prendida, unos ojos que parecen mirar a través de la vidriera al colectivo que pasa para luego volver a pasar. Intermitente, el recorrido se repite, no hay azar alrededor, cálculos, espacios y cuerpos contabilizados para optimizar el tiempo de la mayoría. Sin embargo algunos se escabullen, por un rato, y parecen escapar, de la lógica del tiempo en la ciudad. Entre las pocas caras que caminan, porque de noche no hay que caminar, ella sonríe mientras toma su copa de vino que se está por acabar.
El espera solo, comiendo un bistec con puré, la silla de al lado parece lista para alguien pero nadie parece arrimar. No creo que le importe, su mirada aunque clavada en el televisor, esta en ese otro lado, donde comenta con su alguien que rico está el bistec.
Los mozos ya no charlan, parecen dormitar, inmóviles esperan que se vayan estos dos perdidos en el tiempo para poder cerrar.
Yo lo observo, como un flash por la ventana del colectivo, dos segundos, obviamente el tiempo si corre desde mi lado de la ventana. Sin embargo una semilla de inmutabilidad me carcome y no puedo dejar de pensar en esa imagen eterna de soledad.
Etiquetas: de la vida, prosa poética
2 Comentarios:
Hola Carolina, otra vez yo.
Leí el texto de la esquina eterna, 1 vez de corrido, casi sin detenerme. LA historia de las soledades me parece muy bonita, retratada como cotidiana, con la sencillez de la soledad que no es histriónica.
Me sucedió algo, no le encontraba la poesia, hasta que llegué al último párrafo, y me percaté de que la poesía de ese texto, yace en la música, hay una música que suena entrelineas en las palabras.
A mi me suena como a vals o como alguna música ternaria. Hay una ritmica que va y viene en algunos de tus textos. Seguramente lo notaste. Interesante. Lo del vals, es simbólico, los valses tienen tres tiempos, y en ese texto hay tres personajes. Ella, el y esa soledad que es una sola.
Saludos
Luciano
Hola Luciano
Primero que nada gracias por tus apores en los 2 post que comentaste, la verdad me alegraste el día porque hace como 1 año que no actualizo el blog, y por ende que no recibía ningun comentario.
Ahora compruebo porque dicen que cuando uno deja de actualizar esta bueno dejarlos ahi, esperando la oportunidad para volver.
Me dieron ganas de volver, no se porque será eso de cuando uno sabe que hay gente del otro lado te motiva, más cuando uno escribe un blog mas bien literario como siempre intentó ser el mio, que no han tenido mucho éxito, al menos yo lo tengo desde el 2004 y nunca tuve muchas repercusiones.
En fin, sobre lo que comentás, puede ser que cada uno tenga su ritmo, ese decir de las palabras que se van cayendo una sobre la otra, hasta que de repente descansan y se aprietan en el punto como una frenada de repente en el semáforo.
Esta es una historia real, en el sentido de que iba una noche en el 60 y pase por la esquina donde estaban estas dos personas, y me pareció mágico, surreal, tanto que tuve que llegar a casa y escribir sobre ellos. A veces pasan esas situaciones de momentos mágicos que tienen que ser compartidos.
Bueno nuevamente te agradezco por tus intervenciones y espero volver a postear nuevas cosas.
Saludos!
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