la.música
Me gusta la música cuando con cada nota estremece mi cuerpo y lo hace vibrar. Cuando recuerdo momentos pasados en una escala mayor, o cuando imagino futuros anhelados en el acorde de Mi menor.
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Do: Sentarse en un rincón de la casa, apagar las luces, cerrar los ojos, aflojar el cuerpo, liberar la mente de cualquier interferencia externa.
Re: Alcanzarle el brazo al equipo de música y presionar ON. Seleccionar un disco a elección e insertarlo en la disquetera. Sentir como se desliza de tus manos, como si quemara las arenas de unas playas paradisíacas.
Mi: El mar... ya puedo sentirlo entre mis pies...Despacio, penetra en el aire esa fresca estampida de notas que se suceden una a otra pisándose los talones, al llegar a los oidos se encienden las luces, se dibujan los colores más hermosos, y se escribe con los ojos una sonata, un allegro o quizás un adagio. El ruido se vuelve silencio... y el silencio canción.
Fa: Las pistas van llenando todo el espacio, se apoderan de las sillas, las mesas y los cuadros. Todo está dividido en cinco líneas con una clave de sol que las unifica. De repente el departamente se convirtió en un pentagrama de 3/4 de un tango feroz, y más tarde un vals invitará a mis zapatos a seguir sus pasos.
Sol: El final de la canción es como un descanso, la culminación de la obra maestra, la cima del Everest, el beso ya consumado, la lágrima en el pañuelo. Por eso también es tristeza: no se repetirá jamás esa magia en ese exacto momento. La melancolía de un nuevo tema alecciona del caracter adictivo de las mismas y su vitalidad en imágenes.
La: Se acabó el disco, el silencio pareciera no querer volver, sabe que la pelea con las melodías está perdida. Prefiere guardarse en sus rincones inhóspitos para cuando los oidos se hayan acostumbrado a su presencia y lo aclamen a gritos, cansados del RUIDO exterior.
Si: Abro los ojos, me levanto del sillón, me calzo la vida pero de una forma diferente. Algo ha cambiando en mi. Quizás un sostenido o un bemol se haya quedado pegado en mi remera y ahora, justamente, esté tarareando la canción tres tonos más arriba que la original.
Qué importa! La música es de todos, tan mía que puedo sentirla en mis venas, corriendo como ríos embravecidos, y tan tuya porque puedo recordarte bailando, ese día, ante mis ojos, con tus pies de marioneta y tu sonrisa de arroz.
Que si hay un lenguaje común ... es este...
"Cantame tu mirada y te bailaré mi corazón"
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Do: Sentarse en un rincón de la casa, apagar las luces, cerrar los ojos, aflojar el cuerpo, liberar la mente de cualquier interferencia externa.
Re: Alcanzarle el brazo al equipo de música y presionar ON. Seleccionar un disco a elección e insertarlo en la disquetera. Sentir como se desliza de tus manos, como si quemara las arenas de unas playas paradisíacas.
Mi: El mar... ya puedo sentirlo entre mis pies...Despacio, penetra en el aire esa fresca estampida de notas que se suceden una a otra pisándose los talones, al llegar a los oidos se encienden las luces, se dibujan los colores más hermosos, y se escribe con los ojos una sonata, un allegro o quizás un adagio. El ruido se vuelve silencio... y el silencio canción.
Fa: Las pistas van llenando todo el espacio, se apoderan de las sillas, las mesas y los cuadros. Todo está dividido en cinco líneas con una clave de sol que las unifica. De repente el departamente se convirtió en un pentagrama de 3/4 de un tango feroz, y más tarde un vals invitará a mis zapatos a seguir sus pasos.
Sol: El final de la canción es como un descanso, la culminación de la obra maestra, la cima del Everest, el beso ya consumado, la lágrima en el pañuelo. Por eso también es tristeza: no se repetirá jamás esa magia en ese exacto momento. La melancolía de un nuevo tema alecciona del caracter adictivo de las mismas y su vitalidad en imágenes.
La: Se acabó el disco, el silencio pareciera no querer volver, sabe que la pelea con las melodías está perdida. Prefiere guardarse en sus rincones inhóspitos para cuando los oidos se hayan acostumbrado a su presencia y lo aclamen a gritos, cansados del RUIDO exterior.
Si: Abro los ojos, me levanto del sillón, me calzo la vida pero de una forma diferente. Algo ha cambiando en mi. Quizás un sostenido o un bemol se haya quedado pegado en mi remera y ahora, justamente, esté tarareando la canción tres tonos más arriba que la original.
Qué importa! La música es de todos, tan mía que puedo sentirla en mis venas, corriendo como ríos embravecidos, y tan tuya porque puedo recordarte bailando, ese día, ante mis ojos, con tus pies de marioneta y tu sonrisa de arroz.
Que si hay un lenguaje común ... es este...
"Cantame tu mirada y te bailaré mi corazón"
Etiquetas: personalisimos, prosa poética
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