Calixta Lux II
De qué nos reíamos, mientras mirábamos el reloj marcando exactamente las 06:00 AM. Seguramente de algún chiste malo que suelen acontecer a esas horas de la noche, cuando el sueño no está de ronda.
Circulamos cada espacio de la cama con nuestros olores, nuestros pedazos de ser, sin embargo dejamos un breve espacio en el que nunca podremos encontrarnos realmente, aquel que es tan profundo, que las mediciones pierden sentido, aquel donde ningún sentido tiene sentido: el espacio de la mente.
Conexiones electrónicas, músculos que bailan al compás de este metrónomo que nunca cesa de cantar, venas y arterias, sangre en su interior fluyendo desesperada por ser descontaminada del exterior. Kilómetros y kilómetros de distancias.... pero estábamos a un solo paso de comernos los labios.
-Dónde pusiste el papel que dejé aquí esta tarde, cuando volví del trabajo, me recriminó enojado.
- Que se yo, siempre tenés tantas cosas en tus bolsillos- contesté sin interés alguno y seguí dormitando.
- Pero dale Cali, levantate, ayudame a buscarlo, es importante- me decía, mientras me arrancaba de la cama a la cual yo estaba atornillada, aunque el sol ya estaba muy alto en el cielo, y la ciudad había empezado a gruñir con sus bocinas.
- No! no quiero levantarme.... no ves que nos acostamos tardísimo... dejame dormir un ratito más- susurraba despacio, entreabriendo los ojos para que no asesinaran mis pupilas de luz
Finalmente me quedé dormida y comencé a sentir mucho calor.
Me ardían demasiado las plantas de los pies, tanto que parecía cuando la arena del mediodía, te hace notar su presencia; pero si... era arena.
¿Arena?, me preguntaba- ¿en qué minuto llegué yo acá? balbuceaba, mientras apreciaba aquel hermoso paisaje de gigantescas olas azules, con coronas blancas de espuma, y su amante, la costa, besándose una y otra vez sin parar, hasta el hartazgo.
Los niños jugaban a construir castillos de arena, mundos imaginarios que podrían ser destruidos con tan solo desearlo, causas y efectos, consecuencias.....
-¡Calixta.... vení que te vas a quemar demasiado y después vas a estar con fiebre a la noche! gritó una señora bastante joven con un gran sombrero blanco y una sombrilla naranja y verde.
¿Qué estaría haciendo esta extraña señora, llamándome a mí, si ni siquiera la conozco? me preguntaba, mientras corría hasta allí.
- Vení dale, tenés roja la espalda ya, tu papá se va a enojar hoy a la noche cuando te vea así- me recriminaba esta señora, que cada vez me parecía aun más extraña.
- ¿Vos quién sos?- le pregunté azorada
Me miró y se rió profundamente, luego comenzó a colocarme delicadamente el bronceador en mi espalda.
En ese mismo instante, miré mis manos, eran tan pequeñas, casi como las de una niña; me asusté y volví a mirar mis piernas, ¡eran tan cortas! No podía ser- me repetía a mi misma mientras cerraba fuerte los ojos y me los refregaba una y otra vez.
- Quedate quieta Calixta, me estoy ensuciando toda- repitió esta mujer de la que quería escapar.
-Es verdad, me dije a mi misma- esta ocurriendo, soy una niña nuevamente, pero está no es mi verdadera madre, ni recuerdo haber estado en esta playa anteriormente, ¿dónde estoy? ¿Quién es esta persona? ¿Qué es lo que todo esto significa?
-Necesito mirarme al espejo- le exigí a la extraña, la cual sacó de su cartera el rouge y me lo colocó directamente enfrente de mis ojos.
-No!!!! No puede ser.... esta no soy yo- grité
-¿Cómo no vas a ser vos?- me cuestiono mirándome de un modo extraño, como si estuviera loca.
-Si, no soy yo... esta no es la Calixta Lux que yo recuerdo haber sido de niña
-¿Haber sido de niña? pero si sos una niña mi amor.
- No .... No... No... Esta no soy yo, no soy yo, nnnosooyyo- Exclamaba mientras las lágrimas irremediablemente salían de mis mejillas y me dejaban aun mas perpleja ante aquellos par de ojos azules, y esos rizos dorados.
La señora extraña me abrazó y me dijo que no me preocupara, que ella sabia de mis problemas, que todo estaría bien, y que mí "supuesto" padre vendría en cualquier momento a buscarme.
Pero yo no quería que viniera nadie a buscarme, solo salir de esa pesadilla y encontrarme a mi misma nuevamente, a ese recuerdo guardado que yo tengo impreso en tantas fotografías, a aquellas imagen que yo he creado de mi misma, y me permite reconocerme con mi pasado, y solo con MI pasado y no con el de otra persona.
No podía evitar pensar, que hubiera sido, si toda la vida hubiera creído ser alguien que en realidad no era, alguien cegado por un espejo, que solo me mostraba aquello que yo quería ver y no la verdad... la verdadera cara, aquella que habría estado ocultando y todos conocerían menos yo.
-Qué idiota- pensé- esto es totalmente agarrado de los pelos.
Horas más tarde, me encontraba tomando un helado, frente a la brisa marina, atrapada en un cuerpo de una niña de 5 años, con una mente de dos décadas, y ninguna posible salida de aquella paradoja, temporal, espacial, existencial y ontológica.
De repente pasa un niño... como una hoja que rosa nuestras "capas" de cebolla en invierno, y nos produce un efecto, mínimo, pero produce una reacción:
- toma acá tenés mi respuesta- me dijo- y salió corriendo como si hubiera visto una estampida de fantasmas
-¿ respuesta a qué? Ni siquiera conozco a ese niño... si, ni siquiera soy una niña! ... era exasperante.
Abro el papel y Benicio me despierta rudamente recriminando:
-te dije que mientras me bañaras me buscaras el papel y te quedaste dormida!... ves como sos....
-Rebobinando... cayendo en cuenta de mis andanzas somníferas, le digo: acá está tu papel.
-Ah!! Gracias... sos un amor.
Me da un beso y se va....
-Pará, le grito desde el otro lado del departamento, totalmente echada en la cama:
- ¿qué dice el papel?
-Te lo digo a la tarde cuando vuelva, ahora estoy apurado, llego tarde.
Circulamos cada espacio de la cama con nuestros olores, nuestros pedazos de ser, sin embargo dejamos un breve espacio en el que nunca podremos encontrarnos realmente, aquel que es tan profundo, que las mediciones pierden sentido, aquel donde ningún sentido tiene sentido: el espacio de la mente.
Conexiones electrónicas, músculos que bailan al compás de este metrónomo que nunca cesa de cantar, venas y arterias, sangre en su interior fluyendo desesperada por ser descontaminada del exterior. Kilómetros y kilómetros de distancias.... pero estábamos a un solo paso de comernos los labios.
-Dónde pusiste el papel que dejé aquí esta tarde, cuando volví del trabajo, me recriminó enojado.
- Que se yo, siempre tenés tantas cosas en tus bolsillos- contesté sin interés alguno y seguí dormitando.
- Pero dale Cali, levantate, ayudame a buscarlo, es importante- me decía, mientras me arrancaba de la cama a la cual yo estaba atornillada, aunque el sol ya estaba muy alto en el cielo, y la ciudad había empezado a gruñir con sus bocinas.
- No! no quiero levantarme.... no ves que nos acostamos tardísimo... dejame dormir un ratito más- susurraba despacio, entreabriendo los ojos para que no asesinaran mis pupilas de luz
Finalmente me quedé dormida y comencé a sentir mucho calor.
Me ardían demasiado las plantas de los pies, tanto que parecía cuando la arena del mediodía, te hace notar su presencia; pero si... era arena.
¿Arena?, me preguntaba- ¿en qué minuto llegué yo acá? balbuceaba, mientras apreciaba aquel hermoso paisaje de gigantescas olas azules, con coronas blancas de espuma, y su amante, la costa, besándose una y otra vez sin parar, hasta el hartazgo.
Los niños jugaban a construir castillos de arena, mundos imaginarios que podrían ser destruidos con tan solo desearlo, causas y efectos, consecuencias.....
-¡Calixta.... vení que te vas a quemar demasiado y después vas a estar con fiebre a la noche! gritó una señora bastante joven con un gran sombrero blanco y una sombrilla naranja y verde.
¿Qué estaría haciendo esta extraña señora, llamándome a mí, si ni siquiera la conozco? me preguntaba, mientras corría hasta allí.
- Vení dale, tenés roja la espalda ya, tu papá se va a enojar hoy a la noche cuando te vea así- me recriminaba esta señora, que cada vez me parecía aun más extraña.
- ¿Vos quién sos?- le pregunté azorada
Me miró y se rió profundamente, luego comenzó a colocarme delicadamente el bronceador en mi espalda.
En ese mismo instante, miré mis manos, eran tan pequeñas, casi como las de una niña; me asusté y volví a mirar mis piernas, ¡eran tan cortas! No podía ser- me repetía a mi misma mientras cerraba fuerte los ojos y me los refregaba una y otra vez.
- Quedate quieta Calixta, me estoy ensuciando toda- repitió esta mujer de la que quería escapar.
-Es verdad, me dije a mi misma- esta ocurriendo, soy una niña nuevamente, pero está no es mi verdadera madre, ni recuerdo haber estado en esta playa anteriormente, ¿dónde estoy? ¿Quién es esta persona? ¿Qué es lo que todo esto significa?
-Necesito mirarme al espejo- le exigí a la extraña, la cual sacó de su cartera el rouge y me lo colocó directamente enfrente de mis ojos.
-No!!!! No puede ser.... esta no soy yo- grité
-¿Cómo no vas a ser vos?- me cuestiono mirándome de un modo extraño, como si estuviera loca.
-Si, no soy yo... esta no es la Calixta Lux que yo recuerdo haber sido de niña
-¿Haber sido de niña? pero si sos una niña mi amor.
- No .... No... No... Esta no soy yo, no soy yo, nnnosooyyo- Exclamaba mientras las lágrimas irremediablemente salían de mis mejillas y me dejaban aun mas perpleja ante aquellos par de ojos azules, y esos rizos dorados.
La señora extraña me abrazó y me dijo que no me preocupara, que ella sabia de mis problemas, que todo estaría bien, y que mí "supuesto" padre vendría en cualquier momento a buscarme.
Pero yo no quería que viniera nadie a buscarme, solo salir de esa pesadilla y encontrarme a mi misma nuevamente, a ese recuerdo guardado que yo tengo impreso en tantas fotografías, a aquellas imagen que yo he creado de mi misma, y me permite reconocerme con mi pasado, y solo con MI pasado y no con el de otra persona.
No podía evitar pensar, que hubiera sido, si toda la vida hubiera creído ser alguien que en realidad no era, alguien cegado por un espejo, que solo me mostraba aquello que yo quería ver y no la verdad... la verdadera cara, aquella que habría estado ocultando y todos conocerían menos yo.
-Qué idiota- pensé- esto es totalmente agarrado de los pelos.
Horas más tarde, me encontraba tomando un helado, frente a la brisa marina, atrapada en un cuerpo de una niña de 5 años, con una mente de dos décadas, y ninguna posible salida de aquella paradoja, temporal, espacial, existencial y ontológica.
De repente pasa un niño... como una hoja que rosa nuestras "capas" de cebolla en invierno, y nos produce un efecto, mínimo, pero produce una reacción:
- toma acá tenés mi respuesta- me dijo- y salió corriendo como si hubiera visto una estampida de fantasmas
-¿ respuesta a qué? Ni siquiera conozco a ese niño... si, ni siquiera soy una niña! ... era exasperante.
Abro el papel y Benicio me despierta rudamente recriminando:
-te dije que mientras me bañaras me buscaras el papel y te quedaste dormida!... ves como sos....
-Rebobinando... cayendo en cuenta de mis andanzas somníferas, le digo: acá está tu papel.
-Ah!! Gracias... sos un amor.
Me da un beso y se va....
-Pará, le grito desde el otro lado del departamento, totalmente echada en la cama:
- ¿qué dice el papel?
-Te lo digo a la tarde cuando vuelva, ahora estoy apurado, llego tarde.
Etiquetas: cuentos
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Volver a mi.rayuela