Calixta Lux I
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CAP I -"El mensaje"-
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CAP I -"El mensaje"-
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Nos conocimos en tantos lugares a la vez que todo se interponía entre nuestras miradas.
Todo era eso, justamente miles y miles de partículas diferenciaban tu espacio del mío. Sin embargo había una cuerda, muy finita, blanca y aterciopelada que cruzaba todas las habitaciones de este ropero. Tirando despacito, despacito iba obteniendo diferentes extraños objetos.
Un día me topé con un pato de hule que me sonreía sarcásticamente mientras vociferaba: cuac, esa misma tarde me encontré una cuchara abajo de la cama llena de pelusas con un cartelito ilegible.
¿Qué decía el cartelito? No podía soportar la intriga, así que tuve que agarrar mis neuronas, colocarlas en su debido lugar e ir a ver al mago.
¿Para qué un mago? me preguntaba mientras caminaba por aquellas calles de piedra y seguía sosteniendo mi piolincito. Nunca me llegaban las sorprendentes visitas de los objetos cuando yo quería, ni tampoco podía tirar de la cuerda todas las veces que yo deseaba. A veces se trababa en alguna rama, o se cortaba y tenía que hacerle algún nudo para repararla, o simplemente estaba demasiado suelta que parecía que se iba a volar con el viento.
Toco la puerto, suspiro, respiro, los ojos me bailan por sobre la cabeza, tanto que me puedo ver a mi misma allí parada: OH no! tengo una cana, Mi Dios... la vida va pasando y yo sigo tratando de dibujarla antes y no puedo.
-Si?, se escucha detrás de esa puerta gigantesca de madera
-Mago? soy yo Calixta.... Calixta Lux
Hace ruidos extraños con la garganta, como si estuviera tragando alguna especie de liquido fuerte
- Ahora si me acuerdo de vos, la chica de ojos de almendra y perfume de jazmín.
Pienso, que jamás se me hubiera ocurrido que mis ojos eran como almendras o que olía a jazmín, aunque quizás habrá sido porque, simplemente, no me detuve a pensarlo.
Se abre la puerta, hace un ruido crujiente de madera vieja junto con herraduras oxidadas; y allí está con su sombrero en punta estampado de estrellitas, su túnica azul con su toga blanca del mismo material que "mi soga", unas sandalias franciscanas y, por supuesto, una larga barba blanca. Es tal cual lo había soñado, tal cual lo recordaba, de todas aquellas veces donde suelo consultarle aquellos misteriosos episodios que deviene la vida.
Algunos tienen gurís de moda, otros asesores de imagen, otros wedding-planners, o hasta consultores políticos, yo tengo a mi mago.... a mi mago Merlín.
Entrando a su polvorienta morada, me divierte contar el número de telas de araña y sus respectivas arañas. Si hiciéramos algún concurso, seguramente ganaría el primer premio, y hasta una mención de honor en suciedad, polvo y olor a viejo.
Lo único que le envidio, es la biblioteca, ojalá pudiera robársela y comerme absolutamente todos los libros. Dudo que le falte alguno pero en caso que no, ¡que va! son tantos que seguramente no me alcanzaría el tiempo para leerlos a todos.
-Calixta, Calixta ¿a qué debo tu visita?
Estornudo
- Al contenido de esta misiva.
- veamos, mmm.
En este momento saca de una caja de madera con una estrella en su exterior calada, un par de anteojos, que al apretarles un botón contienen innumerables anteojos más pequeños, que ayudan a facilitar el trabajo.
Es gracioso verlo en acción, es como que pusiera todo su ser en esa tarea, el objeto se convierte en el protagonista, los sujetos se esfuman, todo se vuelve nublado y la única luz y claridad la tiene aquel papel.
No es muy grande, tendrá 5 renglones y 6 cm. de ancho, sin duda es una hoja arrancada de un cuaderno. Pero ¿de qué cuaderno? y más importante aun ¿de quién es el cuaderno? Me abstraigo preguntándome mientras Merlín dilucida el criptográfico mensaje.
Luego de unas horas, literalmente HORAS, me comienzo a impacientar, no puedo con mi carácter, y le exijo una respuesta rápida a lo que recibo otra respuesta, igual de rápida pero fulminante y enmudecedora: una de esas miradas que callan hasta el más mínimo sonido del ambiente y sólo se puede escuchar el corazón latir.
Tic -Tac el reloj del laboratorio marca exactamente las 6.
Tic- tac, bostezo, juego con mis manos, duermo, sueño, me despierto....
-Eureka, grita desaforado el frustrado científico, -lo he descubierto.
Yo intento todavía poder mantener mis ojos abiertos ya que las agujas del lugar, si que saben asesinar minutos de maravilla.
-Pues, dime ¿qué es lo que dice?
- Eso no podré decírtelo querida, solo tu conoces la respuesta.
Entonces rebobine la cinta, la escuche una y otra vez y pensé: pero !para! Mago Merlín o como sea que te llames, ( ya no me importa) después de casi 12 horas de espera, no podés salirme con esa respuesta, y menos con una frase quemada por la película Matrix, que sos, ¿el oráculo acaso?
La furia se me subía y se me bajaba, parecía una locomotora a punto de arrancar y pisar directo en el medio a alguien. Humo, era poco menos lo que salía de mis oídos, más mis ojos estaban rojos, y mis venas se sobresalían como si quisieran dictar la independencia.
- No te pongas así, te va a hacer mal. Me aconsejaba el Brujo este, pero yo ya no podía escucharlo, no podía creer, que una vez más hubiera creído en que finalmente iba a ayudarme.
Estas costumbres que tengo de repetir los mismos errores y ni siquiera recordarlos al menos.
Todo tiene que ser nuevo, todo tiene que ser sorprendentemente especial, maldita costumbre de emocionar la vida que tengo.
En eso que me estaba yendo, agarro mi bufanda roja, y me le paro tan cerca, que podría haber respirado por el y le digo: - devolveme mi papelito brujo de porquería, nunca servís para nada.
Se ríe, el cínico, y me dice: -algún día entenderás que no todo debe ser entendido, que no todo tiene un propósito, un mensaje, una lógica. Algún día abrirás los ojos Calixta Lux y se que, solo ese día, volverás y me darás las gracias.
Gracias por que viejo loco, pensaba mientras salía de aquel oscuro lugar. Mientras caminaba enfurecida y pateaba piedras que se interferían en mi camino, mi cordón empieza a tironearme, y me tironea, y me tironea otra vez.
Trato de seguirlo y me encuentro con que es mi hermana que me despierta para ir a comer.
Etiquetas: cuentos
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