gotas.de.vida
Se me va yendo la vida como gotas.
Gotas de una canilla rota.
No es que quiera que deje de gotear, sino que preferiría ser esa rejilla como boca, sedienta, insaciable, que se nutre de ellas, que les saca provecho hasta de su mas último átomo. Es mas sabia, mas real, menos hiriente porque conoce el recorrido, los obstáculos, las velocidades y la cantidad, no se guarda nada, ella la recibe y se da toda, aunque la gota no se de toda a su orificio.
Tampoco depara en lamentarse por las pequeñas porciones que no fueron, simplemente se hace profunda, y mas rica con lo que las gotas tienen para ofrecerle.
No siempre están repletas de chorros de sonrisas, ni de cristalinas alegrías, a veces la sequía mancha sus puertas de marrón oxido, de olvido repleto de soledad y muerte, aunque también las turbulencias de odio, los enojos de pasión se representan ante si como pequeñas dagas, que punzan su puro estanque de recuerdos inconmensurables de la vida pura.
Es que a veces preferimos ser la gota, el momento, eterno mientras dura, y guardarlo como una foto del ayer, en un cajón de lamentos y melancolías, donde no reina nada mas que el desazón y la tristeza, en vez de ser la rejilla de la vida y almacenar lo que la vida tiene para ofrecernos, así en un estanque puro de recuerdos, donde no siempre todo fue cristalino sino mas bien turbio, donde las aguas no escatiman su color, pero se alegran de él, porque significa experiencia, caminar, aprendizaje y crecimiento.
Es mas difícil mirarnos desde nuestros propios ojos ( esos los interiores, los que solo se encuentran en el espejo del corazón y son imposible de esquivar) que mirar los ojos, los del espejo, vil reflejo de lo que en realidad no es, ni será.
Igual van pasando las gotas como lluvia, y seguimos en ella, explotando con toda la fuerza en el piso para ser saboreados por otro, desperdiciando ese pedacito de nosotros que se acaba de esfumar.
No hay sueño mas real que el que se vive, ni verdad mas cierta que la que se sufre. Los ojos no son el espejo del “alma” sino de nosotros mismos, no todos sabemos mirarlos y aprender a caminar con ellos. Todo es momentáneo, hasta nuestra propia existencia, pero lo vivido y guardado, es eterno en tu corazón.
Gotas de una canilla rota.
No es que quiera que deje de gotear, sino que preferiría ser esa rejilla como boca, sedienta, insaciable, que se nutre de ellas, que les saca provecho hasta de su mas último átomo. Es mas sabia, mas real, menos hiriente porque conoce el recorrido, los obstáculos, las velocidades y la cantidad, no se guarda nada, ella la recibe y se da toda, aunque la gota no se de toda a su orificio.
Tampoco depara en lamentarse por las pequeñas porciones que no fueron, simplemente se hace profunda, y mas rica con lo que las gotas tienen para ofrecerle.
No siempre están repletas de chorros de sonrisas, ni de cristalinas alegrías, a veces la sequía mancha sus puertas de marrón oxido, de olvido repleto de soledad y muerte, aunque también las turbulencias de odio, los enojos de pasión se representan ante si como pequeñas dagas, que punzan su puro estanque de recuerdos inconmensurables de la vida pura.
Es que a veces preferimos ser la gota, el momento, eterno mientras dura, y guardarlo como una foto del ayer, en un cajón de lamentos y melancolías, donde no reina nada mas que el desazón y la tristeza, en vez de ser la rejilla de la vida y almacenar lo que la vida tiene para ofrecernos, así en un estanque puro de recuerdos, donde no siempre todo fue cristalino sino mas bien turbio, donde las aguas no escatiman su color, pero se alegran de él, porque significa experiencia, caminar, aprendizaje y crecimiento.
Es mas difícil mirarnos desde nuestros propios ojos ( esos los interiores, los que solo se encuentran en el espejo del corazón y son imposible de esquivar) que mirar los ojos, los del espejo, vil reflejo de lo que en realidad no es, ni será.
Igual van pasando las gotas como lluvia, y seguimos en ella, explotando con toda la fuerza en el piso para ser saboreados por otro, desperdiciando ese pedacito de nosotros que se acaba de esfumar.
No hay sueño mas real que el que se vive, ni verdad mas cierta que la que se sufre. Los ojos no son el espejo del “alma” sino de nosotros mismos, no todos sabemos mirarlos y aprender a caminar con ellos. Todo es momentáneo, hasta nuestra propia existencia, pero lo vivido y guardado, es eterno en tu corazón.

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