poema continuo

al que todavía busca

entre noches de desvelo
e inquebrantables voluntades
se ve la luna pequeñita
claro,
desde una ventana,
recien mordida,
lastimada,
calma,
como una sombrilla en invierno,
imutable,
como el mismo silencio.

parece indiferente,
ella,
y su visible cara:
al viento,
al ruido,
a todos los ojos que la llaman:
desamparados, enamorados, desesperados
inspirados, enojados, libres y aprisionados.

siguen las vueltas
en la cama destendida
enardecida,
exasperante,
cómplice del insomnio
que teje su trampa en mis pensamientos
inconvexos, inútiles, perdidos.

mirar por quinceava vez el reloj
y su monotonía
el letargo de las agujas
se parece al de mis ojos.

como las hojas que lloran
cuando la lluvia ya ha parado,
como la mano que sigue sientiendo
el calor de la mano que ha partido,
como el cielo que no se decide
entre pintar un arcoiris o lanzar la tormenta,
asi,
asi se siente el cuerpo
en esas noche eternas sin salida.

pero se encuentra la salida,
oh si,
alivio,
melancolía,
confusión
y alegría.

justo al final,
de ningun túnel,
de ninguna luz,
el vacio,
como una respiración contenida,
como ese instante anterior a la división de las partículas
a la explosión, a la vida.

es como detenerse,

l
i
t
e
r
a
l
m
e
n
t
e

luego...
una turbulencia,
un terremoto,
un caos de signos.
de nuevo luz, aire, dolor,
razón, sentimientos,
¿personas?

un primer sonido
que sale desde lo más adentro
casi instintivo,
r e tu m b a, u m b a, u m b a.

los ojos se entronizan
las bocas enmudecen

ha nacido
o despertado,
es lo mismo