viaje.de.ida.y.vuelta
A veces caminamos, viajamos, o simplemente contemplamos el mundo, desde adentro o afuera. Nos percatamos que no todos son como nosotros, que somos diferentes, para bien o para mal, pero asi es. Algunos estan más arriba, otros más abajo, siempre somos el salame del medio del sandwich. Nada es tan trágico como para que no tenga solución, a no ser que estemos muertos, ni nada es tan espectacular a no ser que hayamos descubierto la piedra filosofal. Nada es mejor que nada, todo es, pero también podría no haber sido.
Con esto quiero decir que, a veces, algo que es insignificante para nosotros, puede ser todo para otra persona y viceversa. Siempre creí en el poder de las sonrisas para ayudar a los ojos caídos, a las mirada perdidas, y a los cuerpos sin esperanza.
Hoy un niño en el subte, que tendría unos 4 o 5 años, vestido con un jogging azul todo roto, una remera roja con dibujitos toda sucia y rota también, repartía unas tarjetitas muy divertidas y simpáticas, noté como casi nadie se percató de su precensia, algunos nisiquiera voltearon a mirarlo, otros se negaron a que les entregara la tarjeta, ¡pero que te cuesta aunque sea recibirla y mirarla y de este modo hacerle sentir que al menos te importa!
En general se cree que se los ayuda con una moneda, que en definitiva es por lo que están allí y no en la escuela, jugando con otros niños o sonriendo a carcajadas como todos los niños con algún juego. Yo creo que se los ayuda con una sonrisa, con mirarlos directo a los ojos y simplemente hacerles sentir que hay alguien al que verdaderamente les importa, se hace cargo de eso, que tiene ganas de ayudarlo, ayudarlo a sonreir, a que me muestre su lado infantil, a regalarle un chupetin y charlar sobre dibujitos animados.
Allí es cuando pienso, ¿de qué nos estamos quejando nosotros?, que tenemos una casa, comida todos los días, pudimos ir a la escuela sin tener que trabajar, tuvimos una infancia, en alguna medida tuvimos a alguien que nos cuidara y nos hiciera sentir importantes en algun sentido. ¿Quién cuida a estos niños?¿qué será de ellos el día de mañana?¿como puede ser que a nadie le importen estas cuestiones?
A veces creo que este mundo tan abrupto, vertiginoso y devorador de sueños vive en un presente desgarrador de cuerpos y mentes, donde no cabe la idea del futuro como variable posible para cambiar las cosas o simplemente para reflexionar sobre lo que hacemos hoy y sus consecuencias, donde todo debe ser ya sino no sirve, donde nada es estatico, todo debe cambiar constantemente y olvidarse facilmente, ser un cuerpo que consume y consume sin pensar un minuto en ninguna acción hecha anteriormente. Un mundo impuesto por las publicidades, los ceros en las cuentas bancarias y un mundo que se olvidó de las sonrisas, las miradas, y el poder de un abrazo o un beso para alegrar. ¿Alegría? de qué alegría podemos hablar mientras tanta gente se muere de hambre, mientras afuera se sacan los ojos por el poder y el dinero y obviamente los inocentes de siempre se mueren, pero claro, ¿a quién le importa si se muere un africano más o de la nacionalidad que sea?
Empece diciendo que vivimos en este mundo, queramos o no, somos parte de él pero sin embargo podemos combatirlo con el arma mas poderosa de todas, el amor.
Con esto quiero decir que, a veces, algo que es insignificante para nosotros, puede ser todo para otra persona y viceversa. Siempre creí en el poder de las sonrisas para ayudar a los ojos caídos, a las mirada perdidas, y a los cuerpos sin esperanza.
Hoy un niño en el subte, que tendría unos 4 o 5 años, vestido con un jogging azul todo roto, una remera roja con dibujitos toda sucia y rota también, repartía unas tarjetitas muy divertidas y simpáticas, noté como casi nadie se percató de su precensia, algunos nisiquiera voltearon a mirarlo, otros se negaron a que les entregara la tarjeta, ¡pero que te cuesta aunque sea recibirla y mirarla y de este modo hacerle sentir que al menos te importa!
En general se cree que se los ayuda con una moneda, que en definitiva es por lo que están allí y no en la escuela, jugando con otros niños o sonriendo a carcajadas como todos los niños con algún juego. Yo creo que se los ayuda con una sonrisa, con mirarlos directo a los ojos y simplemente hacerles sentir que hay alguien al que verdaderamente les importa, se hace cargo de eso, que tiene ganas de ayudarlo, ayudarlo a sonreir, a que me muestre su lado infantil, a regalarle un chupetin y charlar sobre dibujitos animados.
Allí es cuando pienso, ¿de qué nos estamos quejando nosotros?, que tenemos una casa, comida todos los días, pudimos ir a la escuela sin tener que trabajar, tuvimos una infancia, en alguna medida tuvimos a alguien que nos cuidara y nos hiciera sentir importantes en algun sentido. ¿Quién cuida a estos niños?¿qué será de ellos el día de mañana?¿como puede ser que a nadie le importen estas cuestiones?
A veces creo que este mundo tan abrupto, vertiginoso y devorador de sueños vive en un presente desgarrador de cuerpos y mentes, donde no cabe la idea del futuro como variable posible para cambiar las cosas o simplemente para reflexionar sobre lo que hacemos hoy y sus consecuencias, donde todo debe ser ya sino no sirve, donde nada es estatico, todo debe cambiar constantemente y olvidarse facilmente, ser un cuerpo que consume y consume sin pensar un minuto en ninguna acción hecha anteriormente. Un mundo impuesto por las publicidades, los ceros en las cuentas bancarias y un mundo que se olvidó de las sonrisas, las miradas, y el poder de un abrazo o un beso para alegrar. ¿Alegría? de qué alegría podemos hablar mientras tanta gente se muere de hambre, mientras afuera se sacan los ojos por el poder y el dinero y obviamente los inocentes de siempre se mueren, pero claro, ¿a quién le importa si se muere un africano más o de la nacionalidad que sea?
Empece diciendo que vivimos en este mundo, queramos o no, somos parte de él pero sin embargo podemos combatirlo con el arma mas poderosa de todas, el amor.
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