ocupas
Cruzaba la calle, con esos jeans gastados y las zandalias franciscanas que tendrían tantos kilómetros gastados. El pelo se le deshacía con el viento, le acariciaba las mejillas y la sonrojaba ante los otros peatones que sin querer la miraban.
Pensaba que podría haber tomado otro camino, pero tomo ese, justamente ese que termina en Paraná y 46. Mientras caminaba y se acostumbraba al ritmo melódico de los pies jugando a las escondidas, comenzó a sentir que alguien caminaba por ella, que estaba cómodamente sentada, como reina en su carruaje, esperando llegar a destino.
Pero ¿cómo podía ser que sus pies caminaran con vida propia, y ella se sintiera tan chiquitita que podía mirar el mundo desde lo alto de su hombro, como divisando tierra firme el marinero? Se veía a si misma sonriendo, cantando, y moviendose al compás de los pies que rebeldes se habian apoderado de su andar, de SU andar.
Se sentó un momento, ideó un plan para lograr convencer a " esta persona" que era ella misma en versión más grande, que detuviera sus pies, para que pudiera de esa manera recuperar el timón de su nave.
Decidió trepar por un mechón de pelo que caía dentrás de la oreja y de este modo llegar al orificio del oído y gritarle con todas sus fuerzas para que se detuviera.
Tomó envión, ya que el mechón no era tan largo, justamente porque la tarde anterior se lo habia cortado. El primer intento fue fallido, se le resbaló de las manos, gracias al eficiente acondicionador de pelo, y casi cae al piso. "Eso si que estuvo cerca" pensó mientras recuperaba la respiración. Hubiera sido como caer de un edificio, seguramente este "robot" hubiera llegado hasta el destino predeterminado y se hubiera quedado sin vida allí, hasta que alguien finalmente se diera cuenta de que estaba muerta, o al menos sin vida dentro de esa carcaza que muchas veces engaña. O seguiría una vida, sin ella misma, como dictando la independencia y haciendosé cargo de sus propios movimientos. ¿Quién pensaría? ¿quién lloraría o reiría? ¿se darían cuenta que en realidad no era ella, sino solo por fuera? ¿ o seguiría todo su rumbo, como este camino, hasta la muerte física del cuerpo?
¿Qué sería de ella, en un mundo de gigantes? ¿ cómo podría vivir?
Intentó nuevamente, esta vez con éxito, y se agarró fuerte al cabello enrulado y finito de su propia cabeza ( o de la que fuera su cabeza). Subía despacito, como reptando en tan delicada soga, ya que el andar, desde uno mismo puede parecer tranquilo y lento, pero desde aqui arriba todo es diferente, los pasos son bruscos, toscos y demasiado acelerados, como para dar un paso en falso y caer para siempre en el vacio de los espiritus separados de sus cuerpos.
Cuando estaba por llegar a la oreja, se detuvo ( su cuerpo ahora tomado) bruscamente y la cabeza fue inmediatamente hacia adelante, con ella colgada de aquel mechón cual liana en la selva amazónica. Vió como la oreja pasaba por sus ojos y ella seguía. No pudo sostenerse más, y quedó, a su suerte, agarrada de la nariz.
-"Suerte la mia, de tener nariz grande" pensaba mientras trataba de incorporarse para volver a idear otro plan para llegar a la oreja.
Mientras se acomodaba, pensó que quizás si se interponía entre los ojos, se vería a ella misma, se asustaría y volvería en sí rapidamente.
Se paró sobre su propia nariz, y debido a su corta estatura, no podía alcanzar, ni siquiera alzando las manos, la visión de los ojos. Pensó escalar toda su nariz, y desde la naciente, hacerse señales, pero la forma de la nariz, la llevó a pensar que se deslizaría como en un tobogán, más con su propensión a la grasitud corporal que tantos tratamientos le había llevado.
La cara siempre tiende sus líneas hacia abajo, por lo que, los peligros, desde alli, abundan. La única salida, era arriesgar todo en un solo salto hacia la boca, donde la molestia de "una basurita" y ¡qué basurita! en los labios haciendo cosquillas llevarían su mano a la boca y podría agarrarse de algún de dedo, y de allí por la ropa trepar nuevamente hasta el hombro y volver al plan primero, más eficiente y menos arriesgado ( dentro de todo)
Saltó y con los pies comenzó a pisar fuerte, como molestando aquella carne tan dulcemente esponjosa. En efecto, la mano se acercó a la boca y pudo, en una gran hazaña agarrarse del dedo pequeño de la mano derecha.
Con todas sus fuerzas se agarró, y una de las zandalias se le salió y vió como se estrellaba en aquel suelo tan lejano y cambiante.
Trepó y trepó, estaba muy cansada, el brazo era larguisimo, las manos le transpiraban y por momentos sentía que la camisa se convertía en agua y ella caía en un mar hambriento de pequeños seres que se desprenden, por error ( o queriendo) de sus respectivos cuerpos.
Llegó a la cima de su hombro nuevamente, pero esta vez al derecho, y allí se sentó un momento a recobrar la respiración que habia perdido.
Algunas lágrimas se le escaparon, quería salir de aquella pesadilla lo más antes posible, esta vez calculó perfectamente el ángulo del mechón que colgaba en el mismo lugar que el otro, y se avalanzó fuerte hacia él.
Otra vez escalando partes de su propio cuerpo, llegó al oído y gritó con todas sus fuerzas: ¡pará! ¡estás en peligro! ¡detenete! Cuando su voz estaba por acabarse, y sus esperanzas empezaban a decaer, aquella máquina de pasos se detuvo. Alcanzó a sonreir, pero la misma fuerza la impulsó hacia adentro de su propio oído.
El día seguía nublado, todavía quedaban rayos de luz, que iluminaban aquella calurosa tarde. Estaba toda transpirada, la manga del lado derecho, estaba mojada, la cara estaba colorada, y le dolía la cabeza, los ruidos exteriores ( ¿o interiores?) se habían acrecentado. Pensó en detenerse a comprar una aspirina en el kiosco, y eso fue lo que hizo. En ese momento se percató que le faltaba una zandalia y que el asfalto le estaba quemando el pie al descubierto. Estaba despeinada, le dolía el oído derecho, y una fila de minúsculos seres verdes se alejaban en fila al compás de una misma canción: "cuidado cuidado somos la verdadera revolución, volveremos por todo lo que nos pertenece, los pasos en vano desaparecen"
El dolor la invadió desde lo más profundo de su ser, no pudo digerir aquella imágen en frente de sus ojos y vió como su pie derecho se iba con aquellos hombrecitos verdes.
Cayó como una piedra al piso y salió del oído algo que se parecía a una persona en miniatura.
Pensaba que podría haber tomado otro camino, pero tomo ese, justamente ese que termina en Paraná y 46. Mientras caminaba y se acostumbraba al ritmo melódico de los pies jugando a las escondidas, comenzó a sentir que alguien caminaba por ella, que estaba cómodamente sentada, como reina en su carruaje, esperando llegar a destino.
Pero ¿cómo podía ser que sus pies caminaran con vida propia, y ella se sintiera tan chiquitita que podía mirar el mundo desde lo alto de su hombro, como divisando tierra firme el marinero? Se veía a si misma sonriendo, cantando, y moviendose al compás de los pies que rebeldes se habian apoderado de su andar, de SU andar.
Se sentó un momento, ideó un plan para lograr convencer a " esta persona" que era ella misma en versión más grande, que detuviera sus pies, para que pudiera de esa manera recuperar el timón de su nave.
Decidió trepar por un mechón de pelo que caía dentrás de la oreja y de este modo llegar al orificio del oído y gritarle con todas sus fuerzas para que se detuviera.
Tomó envión, ya que el mechón no era tan largo, justamente porque la tarde anterior se lo habia cortado. El primer intento fue fallido, se le resbaló de las manos, gracias al eficiente acondicionador de pelo, y casi cae al piso. "Eso si que estuvo cerca" pensó mientras recuperaba la respiración. Hubiera sido como caer de un edificio, seguramente este "robot" hubiera llegado hasta el destino predeterminado y se hubiera quedado sin vida allí, hasta que alguien finalmente se diera cuenta de que estaba muerta, o al menos sin vida dentro de esa carcaza que muchas veces engaña. O seguiría una vida, sin ella misma, como dictando la independencia y haciendosé cargo de sus propios movimientos. ¿Quién pensaría? ¿quién lloraría o reiría? ¿se darían cuenta que en realidad no era ella, sino solo por fuera? ¿ o seguiría todo su rumbo, como este camino, hasta la muerte física del cuerpo?
¿Qué sería de ella, en un mundo de gigantes? ¿ cómo podría vivir?
Intentó nuevamente, esta vez con éxito, y se agarró fuerte al cabello enrulado y finito de su propia cabeza ( o de la que fuera su cabeza). Subía despacito, como reptando en tan delicada soga, ya que el andar, desde uno mismo puede parecer tranquilo y lento, pero desde aqui arriba todo es diferente, los pasos son bruscos, toscos y demasiado acelerados, como para dar un paso en falso y caer para siempre en el vacio de los espiritus separados de sus cuerpos.
Cuando estaba por llegar a la oreja, se detuvo ( su cuerpo ahora tomado) bruscamente y la cabeza fue inmediatamente hacia adelante, con ella colgada de aquel mechón cual liana en la selva amazónica. Vió como la oreja pasaba por sus ojos y ella seguía. No pudo sostenerse más, y quedó, a su suerte, agarrada de la nariz.
-"Suerte la mia, de tener nariz grande" pensaba mientras trataba de incorporarse para volver a idear otro plan para llegar a la oreja.
Mientras se acomodaba, pensó que quizás si se interponía entre los ojos, se vería a ella misma, se asustaría y volvería en sí rapidamente.
Se paró sobre su propia nariz, y debido a su corta estatura, no podía alcanzar, ni siquiera alzando las manos, la visión de los ojos. Pensó escalar toda su nariz, y desde la naciente, hacerse señales, pero la forma de la nariz, la llevó a pensar que se deslizaría como en un tobogán, más con su propensión a la grasitud corporal que tantos tratamientos le había llevado.
La cara siempre tiende sus líneas hacia abajo, por lo que, los peligros, desde alli, abundan. La única salida, era arriesgar todo en un solo salto hacia la boca, donde la molestia de "una basurita" y ¡qué basurita! en los labios haciendo cosquillas llevarían su mano a la boca y podría agarrarse de algún de dedo, y de allí por la ropa trepar nuevamente hasta el hombro y volver al plan primero, más eficiente y menos arriesgado ( dentro de todo)
Saltó y con los pies comenzó a pisar fuerte, como molestando aquella carne tan dulcemente esponjosa. En efecto, la mano se acercó a la boca y pudo, en una gran hazaña agarrarse del dedo pequeño de la mano derecha.
Con todas sus fuerzas se agarró, y una de las zandalias se le salió y vió como se estrellaba en aquel suelo tan lejano y cambiante.
Trepó y trepó, estaba muy cansada, el brazo era larguisimo, las manos le transpiraban y por momentos sentía que la camisa se convertía en agua y ella caía en un mar hambriento de pequeños seres que se desprenden, por error ( o queriendo) de sus respectivos cuerpos.
Llegó a la cima de su hombro nuevamente, pero esta vez al derecho, y allí se sentó un momento a recobrar la respiración que habia perdido.
Algunas lágrimas se le escaparon, quería salir de aquella pesadilla lo más antes posible, esta vez calculó perfectamente el ángulo del mechón que colgaba en el mismo lugar que el otro, y se avalanzó fuerte hacia él.
Otra vez escalando partes de su propio cuerpo, llegó al oído y gritó con todas sus fuerzas: ¡pará! ¡estás en peligro! ¡detenete! Cuando su voz estaba por acabarse, y sus esperanzas empezaban a decaer, aquella máquina de pasos se detuvo. Alcanzó a sonreir, pero la misma fuerza la impulsó hacia adentro de su propio oído.
El día seguía nublado, todavía quedaban rayos de luz, que iluminaban aquella calurosa tarde. Estaba toda transpirada, la manga del lado derecho, estaba mojada, la cara estaba colorada, y le dolía la cabeza, los ruidos exteriores ( ¿o interiores?) se habían acrecentado. Pensó en detenerse a comprar una aspirina en el kiosco, y eso fue lo que hizo. En ese momento se percató que le faltaba una zandalia y que el asfalto le estaba quemando el pie al descubierto. Estaba despeinada, le dolía el oído derecho, y una fila de minúsculos seres verdes se alejaban en fila al compás de una misma canción: "cuidado cuidado somos la verdadera revolución, volveremos por todo lo que nos pertenece, los pasos en vano desaparecen"
El dolor la invadió desde lo más profundo de su ser, no pudo digerir aquella imágen en frente de sus ojos y vió como su pie derecho se iba con aquellos hombrecitos verdes.
Cayó como una piedra al piso y salió del oído algo que se parecía a una persona en miniatura.
Etiquetas: cuentos
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