lluvia
Hoy llueve dentro y fuera de mis ojos.
La patología circular de un mundo incesantemente rutinario, tranquilo y vacio de sobresaltos me carcome hasta los huesos.
No se, por que a veces estaremos tan existenciales, y necesitaremos las respuestas a todas las preguntas ontológicas del ser humano, en un solo segundo: ¿de donde vengo, quien soy, hacia donde vamos?
¿Existirá relamente LA identidad, habra UN lugar hacia donde vamos o del cual venimos? A veces creo que los seres humanos inventamos ese tipo de preguntas problematicas para desligarnos de la angustia de saber que tenemos que vivir todos los días decidiendo, dejando de hacer algunas cosas, para hacer otras y sobre todo, por el hecho de que tenemos que hacernos cargo de esas desiciones y no tienen retorno.
El tiempo pasa, para todos, no distingue edades, nacionalidades, colores de piel o lenguaje, pasa... y nos quita segundos de posibilidades infinitas de hacer las cosas de determinada manera que traerá determinadas consecuencias. (como en la película Efecto Mariposa, al que no la vio, se la recomiendo)
A eso es a lo que mas le tenemos miedo, a las consecuencias, a esa mortal incertidumbre de no saber que pasará mañana, de que todo no saldrá como lo hemos planeado, y tendremos que rearmar el rompecabezas con menos fichas.
El vertigo de la vida misma, del ahora pasando y quitandome todo y a la vez nada, me emociona, me da ganas de estar viva y engañarme a mi misma creyendo que yo le robo a el las pequeñas milesimas de segundos eternizadas en pequeñas cosas.
Odio cuando todo se tradicionaliza, cuando se fundamentaliza, porque perdemos la noción del CAMBIO, de la dialectica permamente de la vida: que va y vuelve, nunca estática.
Por ello odio sentirme parte de algo estático, y no cambiar los aires. Creo que el cambio nos hace mejores personas, o por lo menos nos ayuda a conocer nuestras fronteras y nuestro territorio; a subsanar aunque sea por un instante esas preguntas que acribillan la cabeza y no la dejan dormir por varias noches.
Quizas yo sea demasiado filosofica, apasionada, alocada, pero no me sale vivir la vida de otra manera que no sea recaudando en esta gran caja, que es la cabeza, todos los momentos que arman mi rompecabezas y me hacen ser la persona que soy.
Esa es la unica certeza que tengo: Pienso... luego existo, decía Descartes.
La patología circular de un mundo incesantemente rutinario, tranquilo y vacio de sobresaltos me carcome hasta los huesos.
No se, por que a veces estaremos tan existenciales, y necesitaremos las respuestas a todas las preguntas ontológicas del ser humano, en un solo segundo: ¿de donde vengo, quien soy, hacia donde vamos?
¿Existirá relamente LA identidad, habra UN lugar hacia donde vamos o del cual venimos? A veces creo que los seres humanos inventamos ese tipo de preguntas problematicas para desligarnos de la angustia de saber que tenemos que vivir todos los días decidiendo, dejando de hacer algunas cosas, para hacer otras y sobre todo, por el hecho de que tenemos que hacernos cargo de esas desiciones y no tienen retorno.
El tiempo pasa, para todos, no distingue edades, nacionalidades, colores de piel o lenguaje, pasa... y nos quita segundos de posibilidades infinitas de hacer las cosas de determinada manera que traerá determinadas consecuencias. (como en la película Efecto Mariposa, al que no la vio, se la recomiendo)
A eso es a lo que mas le tenemos miedo, a las consecuencias, a esa mortal incertidumbre de no saber que pasará mañana, de que todo no saldrá como lo hemos planeado, y tendremos que rearmar el rompecabezas con menos fichas.
El vertigo de la vida misma, del ahora pasando y quitandome todo y a la vez nada, me emociona, me da ganas de estar viva y engañarme a mi misma creyendo que yo le robo a el las pequeñas milesimas de segundos eternizadas en pequeñas cosas.
Odio cuando todo se tradicionaliza, cuando se fundamentaliza, porque perdemos la noción del CAMBIO, de la dialectica permamente de la vida: que va y vuelve, nunca estática.
Por ello odio sentirme parte de algo estático, y no cambiar los aires. Creo que el cambio nos hace mejores personas, o por lo menos nos ayuda a conocer nuestras fronteras y nuestro territorio; a subsanar aunque sea por un instante esas preguntas que acribillan la cabeza y no la dejan dormir por varias noches.
Quizas yo sea demasiado filosofica, apasionada, alocada, pero no me sale vivir la vida de otra manera que no sea recaudando en esta gran caja, que es la cabeza, todos los momentos que arman mi rompecabezas y me hacen ser la persona que soy.
Esa es la unica certeza que tengo: Pienso... luego existo, decía Descartes.
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