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Foucault - arqueólogo y genealogista -

Trabajo presentado en la Cátedra "Saber y Poder , Foucault y la Teoría Crítica" Profesora Susana Murillo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Autor: C.A - Estudiante de Sociología - UBA


Detrás de la fachada visible del sistema
se supone la rica incertidumbre del desorden (…)

1) La arqueología “no es la vuelta al secreto mismo del origen, es la descripción sistemática de un discurso-objeto” (Foucault, AS, 2005: 235), y la "descripción pura de los acontecimientos discursivos" (Foucault, AS, 2005:43). Esto quiere decir que Foucault no remite al discurso en tanto rasgos gramaticales, valor expresivo o estructuras formales sino, más bien, coloca al enunciado como unidad básica del mismo: “modalidad de existencia propia de un conjunto de signos”. Al hablar de los enunciados (e indefectiblemente de los discursos) elude recurrir a los temas propios de la historia de las ideas (autor, obra, tradición, ciencia, método, unidad etc.). Prefiere, por consiguiente, definir los enunciados como una multiplicidad, un punto en una red de relaciones. Los mismos pueden ser descripciones cualitativas, relatos biográficos, interpretaciones, analogías, deducciones, tablas estadísticas verificaciones experimentales, etc. En este sentido, “son siempre acontecimientos que ni la lengua ni el sentido pueden agotar por completo” (Foucault, AS, 2005:46). No tienen que ver con cosas, hechos, realidades o seres, sino con reglas que pertenecen al orden de la institución y definen sus condiciones de existencia: sus sujetos, sus objetos discursivos, sus conceptos, sus modalidades discursivas, sus modalidades enunciativas, sus relaciones, etc.
Aquí es donde entra a jugar un papel primordial lo que él denomina como formaciones discursivas: “Por formaciones discursivas hay que entender, pues, un haz complejo de relaciones que funcionan como regla: en una práctica discursiva para que ésta se refiera a tal o cual objeto, para que ponga en juego tal o cual enunciación, para que utilice tal o cual concepto, para que organice tal o cual estrategia” (Foucault, AS, 2005: 126). Así entendida, muestra el sistema de reglas en el que un discurso pudo haber surgido o desaparecido compuesta básicamente por cuatro ejes fundamentales: el Objeto, el Enunciado, el Concepto y las Estrategias.
Ahora desarrollaremos lo que entiende por Objeto y Sujeto respectivamente.

Para analizar las reglas de formación de los objetos no debemos “enraizarlas en las cosas” ni referirlas simplemente a las palabras. “(…) el objeto no aguarda en los limbo del orden que va a liberarlo y a permitirle encarnarse en una visible, una gárrula objetividad; no se preexiste a si mismo, retenido por cualquier obstáculo en los primeros bordes de la luz” (Foucault, AS, 2005: 73). Se halla establecido por relaciones entre distintos dispositivos, procesos sociales y económicos, formas de comportamiento, sistemas de normas, técnicas, que le permiten aparecer, yuxtaponerse, diferenciase, delimitarse y especificarse. No existen objetos independientes de los discursos, de las interpretaciones. Pero es importante no pensar estas relaciones como exteriores al discurso, se hallan en el límite mismo, le ofrecen los objetos de los que puede hablar.
Las condiciones de existencia de los objetos de los discursos se relacionan con las modalidades de enunciación, los conceptos y las elecciones temáticas. Estas cuatro direcciones permiten identificar diferentes formaciones discursivas y sus formas heterogéneas de conservación y modificación de enunciados.
Por lo tanto se trata de definir a los objetos sin el fondo de las cosas, como esencias, o las palabras, como reflejo de esas esencias, sino más bien con respecto a las reglas que permiten formarlos y constituyen así sus condiciones de aparición histórica. Para ello sería preciso analizar tres puntos fundamentales: a) las superficies de emergencia (¿de dónde surgen esos enunciados?) b) las instancias de delimitación (¿qué espacios institucionales autorizan a decir o no determinados enunciados?) y c) las rejillas de especificación (¿qué nos hace pensarlo de un modo determinado y no de otro?) En definitiva el objeto está constituido por y desde las prácticas sociales que lo constituyen, lo moldean, lo transforman y también lo hacen desaparecer.

Los discursos expresan un tejido de prácticas sociales de sujetos históricos. Ya no se trata del sujeto “parlante” cuyo papel es construir proposiciones verdaderas o falsas, oraciones o actos de habla. Tampoco, de signos que expresen el pensamiento abstracto y transparente de un sujeto trascendental. En resumen, no se trata de reconstruir el pensamiento de un sujeto ni el origen empírico o trascendental de su discurso. No es posible tampoco recurrir al “sujeto creador” ya que de este modo solo se intentará substancializar los proceso ocultando su construcción e impidiendo captar las relaciones sociales producto de procesos históricos concretos. Al sujeto hay que remitirlo al discurso ( conjunto de enunciados que dependen de un mismo sistema de formación) como práctica de habla sometida a controles, apropiaciones y luchas en la sociedad, constituido mediante modalidades enunciativas, entendidas como reglas de condición de existencia o desaparición a través de cuatro preguntas: A) ¿Quién habla? B) ¿Desde qué ámbito institucional? C) ¿Qué modos de intervención institucional tienen? D) ¿Cuál es la posición del sujeto?
Entonces “El discurso no es la manifestación, majestuosamente desarrollada, de un sujeto que piensa, que conoce, y que lo dice: es por el contrario, un conjunto donde pueden determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo” (Foucault, AS, 2005: 90) Por lo tanto los sujetos son constituidos en procesos sociales (estratégicos) de los cuales son a su vez constituyentes.

Luego de este breve recuento de los conceptos que vamos a utilizar para analizar Vigilar y Castigar, me gustaría explicar como voy a ordenar la siguiente exposición. Principalmente yo tomé los tres sistemas de penalidad (el clásico o de soberanía, el de la Reforma, y el disciplinario) como las formaciones discursivas en cuestión y los desglosé esquemáticamente para encontrar los objetos y sujetos. Esta aclaración cabe porque haré ejemplificaciones concisas (aparentemente simplistas) y por sobre todo comparativas donde quizá parezca perderse de vista lo que Foucault machaca hasta el final: no se trata del paso de uno a otro, de cambios bruscos, de sustituciones, de historia lineal y progresiva, de vencedores y vencidos, se trata de rupturas, entrecruzamientos, idas y venidas, lagunas, luchas, heterogeneidad. De modo que a los fines explicativos me tomo esta pequeña licencia.
Podemos primero presentar los tres sistemas de penalidad diciendo que el sistema de penalidad clásica (SPC) basado en el derecho monárquico tiene una función jurídico-política de reconstruir la soberanía ultrajada. La misma está fundada en un sobrepoder del lado del soberano defendida como en la guerra hasta en sus más mínimas instancias. Todo aquel que atente contra el mismo será considerado enemigo acérrimo y por lo tanto deberá ser vencido. Foucault lo asemeja con el modelo de la Lepra. El sistema de Penalidad de la Reforma (SPR) (mediados del siglo XVIII) más bien tiene por objetivo la defensa general de la sociedad de todo aquello que está por fuera de la ley. Lo correlacionará con el modelo de la peste de la ciudad punitiva. Finalmente el sistema de penalidad correctivo o disciplinario (SPD) (a partir del siglo XIX) tiene como objetivo el control y reforma psicológica-moral de las actitudes y comportamientos de los individuos: una normalización mediante una disciplina que fabrica cuerpos sometidos, ejercitados y dóciles. Este tendrá más que ver con el modelo panóptico de la institución coercitiva.
Dicho esto podemos comenzar a hablar de la constitución de la noción de crimen o delito y correlativamente de cómo construyen el objeto castigo.
El SPC entiende al crimen como un daño voluntario, a las reglas y obligaciones prescriptas por el rey, hecho a un otro individual pero que no solo afecta a ese otro sino más bien al soberano y por lo tanto se constituye en una ofensa, un acto de hostilidad, un comienzo de sublevación como el comienzo de una guerra civil. Por lo tanto todo parece ser un pequeño fragmento de regicidio. El SPR, en cambio, construye el crimen como una infracción entendida como daño moral y social: todo aquello que viola las leyes civiles que fueron acordadas en el pacto social. Estas infracciones se encuentran estipuladas en un código con una respectiva pena visible para todos. Finalmente el SPD construirá el delito como una desviación: lo que no se ajusta a la regla, la anormalidad.
Consecuentemente con estos conceptos de crimen o delito cada formación discursiva construirá su objeto-castigo. En el SPC la relación entre crimen y castigo será de rivalidad con un plus de terror a favor del castigo prendido en la lógica del soberano (economía desequilibrada del castigo). El castigo será como una venganza, revancha o replica del soberano hacia un enemigo de guerra que lo desafía. Su exponente será el suplicio (ostentoso, fastuoso, espectacular, sufriente, atroz) como un ritual donde se reconstruye ritual y regularmente la integridad del poder a través de una ceremonia que representa el crimen ahí mismo. Además al correr sangre la sociedad recobrará su vigor y formará un cuerpo único.
Cabe destacar que también existían otro tipo de castigos como las multas y la extradición pero principalmente esta penalidad se basa en una política del terror, del exceso y la atrocidad: una mecánica del ejemplo, un arte de las sensaciones que recae sobre puntos, zonas, individuos, grupos arbitrariamente definidos donde lo que imprime es una marca.
El soporte de este castigo es la Prueba como una manera de ritualizar la guerra. La misma es una forma binaria de acción (victoria o fracaso), se ejerce de forma automática, sin la necesidad de un tercero y sirve para decir quien es el más fuerte y por lo tanto quien tiene razón (papel esencial de la confesión).
El SPR hará una vinculación necesaria entre crimen y castigo mediante los códigos escritos prendido en la institución penal (economía de los signos punitivos). El castigo será una función generalizada, coextensiva al cuerpo de la sociedad para moderar y calcular no ya el sufrimiento sino los efectos de rechazo del castigo que recaían sobre la instancia que castigaba. Esto se dará a través de las representaciones: Semiotecnia (signos punitivos). La misma prorroga por una transparencia entre el castigo y el crimen y una relación inmediatamente inteligible, de fácil cálculo. Se entiende entonces porque la pena debe ser visible al tener una utilidad pública para generar los efectos necesarios no solo en el condenado, sino también en todos los posibles infractores (publicidad)
Es la razón del crimen o la intencionalidad la que cobra especial importancia además de ser la unidad que opera como medida entre delito y castigo. Esto significa que se pasa a un arte de los efectos: calcular una pena en relación a su repetición posible, corregir las infracciones y quebrar el móvil que anima a la representación del delito.
Para ello especificarán los actos bajo categorías generales, haciendo jugar la oposición binaria permitido/prohibido y operando una condena variable y con un término. Esto quiere decir que se creará un corpus de leyes y textos que deberán que conservar en la memoria para poder penetrar, de ese modo, en la totalidad del cuerpo social aumentando el costo de los efectos del poder y disminuyendo el costo económico y político de los suplicios. Los castigos que se ajustarán a esta construcción serán: el exilio, la exclusión, el trabajo forzado o la ley del Talión.
El soporte será la Indagación donde aparecerá por primera vez la figura del procurador como nuevo actor. Aquí el Poder político es el personaje principal, hace las preguntas para determinar la verdad sin necesidad de violencia y lo principal será determinar el conocimiento de la infracción, el conocimiento del responsable y el conocimiento de la ley.
Finalmente el objeto-castigo en el SPD hará también una vinculación necesaria entre crimen y castigo pero mediante una medicalización del proceso. Por tanto habrá una articulación compleja entre la institución penal con unos poderes laterales autónomos que tendrán sus propias reglas, técnicas y saber (policía – vigilancia- instituciones psiquiatritas, criminológicas, médicas y pedagógicas- corrección) evitando, cada vez más, que la operación de castigar recaiga en un solo dispositivo.
El castigo se constituirá, entonces, como el control, la corrección y la vigilancia ininterrumpida y minuciosa de la conducta y el cuerpo para reducir las desviaciones: curar. Será más una Ortopedia social que una corrección de individuos infractores. Para ello se utilizarán instrumentos de coerción aplicados y repetidos: ejercicios, que garanticen la sujeción. El objetivo: encauzar la conducta individualmente mediante un sistema doble de gratificación-sanción.
Estaremos, entonces, ante una economía de los derechos suspendidos apoyados en esta red de vigilancia apretada, reticulada y jerarquizante según las aptitudes y las conductas (anatomía política). La misma penetrará en la totalidad del cuerpo social (aumentando el costo de los efectos del poder y disminuyendo el costo económico y político) con un castigo individual, secreto y moldeador.
La Política de la norma, no ya a las leyes, será la que marque las diferencias entre el adentro y el afuera, sus operaciones serán: comparar, diferenciar, jerarquizar, homogenizar y excluir, en definitiva normalizar. Suponiendo, con esto, hacer respetar no solo el orden jurídico sino también una gama de procesos naturales y observables.
Por tanto no se trata solo del arte de la coerción y manipulación calculada del cuerpo sino de la composición de una fuerza para obtener un aparato eficaz. La Prisión como principio de clausura con su división por zonas sin dejar espacios funcionales e útiles y organizada en rangos encajará perfecta con esta construcción del castigo.
El soporte de estos castigos será el exámen entendido como conjunto de juicios apreciativos, diagnósticos, pronósticos para calificar a los individuos que combinan las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. En él se unirá la ceremonia del poder, el despliegue de la fuerza y el establecimiento de la verdad. Además invisibilizará el poder haciendo, por el contrario, plenamente visibles a los sometidos colocándolos en una red de escritura que los captará e inmovilizará haciendo de cada uno un caso. Un caso que puede ser reabierto cuantas veces sea, sin un límite preciso de donde termina el poder del aparato judicial y donde comienza el poder de los dispositivos laterales. Por ello diremos que el poder que ejerce la disciplina en los castigos es un contraderecho ya que opera por fuera, por dentro, transversalmente rivalizando, en cierto sentido, con el derecho mismo.

Para terminar de entender esta exposición anterior deberemos remitirnos a la concepción de sujeto que cada una de estas penalidades construye. El SPC habla de un sujeto poseedor de una verdad a confesar pero que finalmente no tiene incidencia en la determinación de la culpabilidad o inocencia. Solo lo necesitan para confirmar el crimen, como justificación de una verdad dada de antemano. Por ello se aplicará una especie de aritmética de la inocencia que conllevará un castigo en proporción, esto quiere decir que por el solo hecho de ser sospechoso tendrá una cierta carga de culpabilidad y por lo tanto de castigo. Aquel que de hecho sea castigado será como el enemigo vencido en la guerra. Todo esto tiene que ver con el sujeto construido en base al nombre, las proezas, las ceremonias, relatos, monumentos, vasallaje, y preeminencia de la vida pública, en definitiva una individualidad ascendente: cuánto mayor poderío, más marcado está el individuo.
El SPR, en cambio, está fundada en un sujeto de derechos racional, que posee libre albedrío y pacta con otros para que velen por sus derechos. Este conoce las leyes, ya que son accesibles para todos, las entiende y hace un cálculo costo-beneficio para ver lo que realmente le convine, lo que es de su interés. De modo que el infractor sería entonces el monstruo malvado, el enemigo del todo social porque rompe con el pacto conscientemente. Por ello hay que corregir eso que lo motivó a cometer la infracción con miras a todos los posibles infractores para reinsertarlo en la sociedad nuevamente. Se constituye como un elemento de instrucción con un hombre-medida en tanto un simple cálculo puede desmotivarlo o motivarlo a cometer una infracción.
Finalmente en el SPD se construye la noción de delincuente como Anormal: peligroso (en torno de sus virtualidades, conducta, actitudes) Todo aquel que no esté dentro de la Política de la Norma será considerado anormal y por lo tanto sujeto a curar. Lo que se intentará reconstruir es el sujeto obediente, sometido a hábitos, reglas órdenes, a una autoridad que se ejerce continuamente en torno suyo.
Aquí estamos hablando de una individualización descendente: cuanto más anónimos y funcional se vuelve el poder los individuos están más fuertemente individualizados: por la vigilancia, por observaciones, por medidas comparativas que tienden a la norma, por desviaciones. En definitiva se constituye un Hombre normalizado.

************************

“Lo que se encuentra al comienzo histórico de las cosas,
no es la identidad aun preservada de su origen-
es la discordia con las otras cosas, es el disparate”

“La genealogía es gris, meticulosa y pacientemente documentalista” (Foucault, 1992:7) y es básicamente un saber en perspectiva, distinto de aquellos discursos totalizantes, jerarquizados, ordenados, cerrados y progresivos que hablan en nombre de la verdad de la ciencia. “Las genealogías son más bien anti-ciencias” (Foucault, 1996:19) porque en vez de remitir a la idea de Origen como la búsqueda de las esencias exactas, como “lo que estaba ya dado” antes del mundo y del tiempo, como aquello parecido a un derecho que algunos poseen y otros no, debemos hablar de este comienzo como algo oscuro, absurdo, irrisorio apoyado en dos ejes fundamentales: La Procedencia y La Emergencia.
La Procedencia tiene que ver con el cuerpo, o más bien con la carne viva, desgarrada. Esta empieza a ser moldeada ya desde recién nacidos en rituales que mediante el lenguaje se inscriben en el cuerpo y permiten el ingreso a la cultura humana. Por lo tanto la Procedencia “remueve aquello que se percibía inmóvil, fragmenta lo que se pensaba unido; muestra la heterogeneidad de aquello que se imaginaba conforme a sí mismo” (Foucault, 1992:14). Debe mostrar al cuerpo impregnado de historia., y a la historia como destructora del cuerpo: memoria bruta de los enfrentamientos.
La Emergencia, en cambio, tiene que ver con las luchas. “(…) debe mostrar el juego, la manera como luchan unas contra otras, o el combate que realizan contra las circunstancias adversas, o aún más, la tentativa que hacen –dividiéndose entre ellas mismas- para escapar a la degeneración y revigorizarse a partir de su propio debilitamiento” (Foucault, 1992:16).
Estas luchas pueden ser: de los hombres contra otros hombres (dominados/dominantes/clases); de sujetos singulares (adaptación/resistencia); del sujeto consigo mismo (adaptarse a los deberes que deben ser cumplidos, o por el contrario la voluntad de resistir). Aquí se plantea el enfrentamiento no como algo cerrado en igualdad de condiciones sino como un no-lugar, una pura distancia.
¿Cuál es entonces la relación entre ambos ejes genealógicos y lo que comúnmente denominamos historia? Primeros debemos explicitar qué entendemos por Historia y para eso empecemos diciendo lo que no es. Para esto nos apoyaremos en las tres modalidades platónicas de la historia. La primera entiende a la historia como reminiscencia o reconocimiento, para ello opone Foucault el uso de la parodia. La segunda como conjunto de máscaras (continuidad y tradición) y a está le opone el uso disociativo y destructor de identidad. Finalmente la tercera, entiende la historia sacrificando al sujeto de conocimiento y para esta le opone el uso sacrificial y destructor de verdad. Las tres modalidades podríamos resumirlas como la visión de los historiadores (lineal, continua y progresiva) que solo procura apoyarse por fuera del tiempo argumentando una verdad eterna, única y develadora.
Más bien Foucault propone hacer (porque es también una construcción) una Historia efectiva en tanto introduce lo discontinuo, la inestabilidad, el caos, la incoherencia, la superposición, la ruptura, la guerra, la sangre y hace resurgir el suceso en perspectiva sin rechazar esa misma injusticia. “(…) la veneración de los monumentos se convierte en parodia; el respeto de las viejas continuidades en disociación sistemática; la crítica de las injusticias del pasado por la verdad que el hombre posee hoy se convierte en destrucción sistemática del sujeto de conocimiento por la injusticia propia de la voluntad de saber” (Foucault, 1992:31)

El proceso de “surgimiento” del diagrama de poder disciplinario tiene amplia relación con el cambio en la mecánica de los castigos. Es importante destacar que al tratarse de luchas, las transformaciones no proceden en bloque, ha habido demoras, superposiciones, retrocesos. No se trata de pensarlo como el paso de un diagrama a otro sino como preeminencias de uno, con los otros también operando.
Si tuviéramos que ponerle una fecha, podríamos notar que en los años 1840-1848 hubo ciertas transformaciones en los mecanismos de castigo (que tenían como exponente al suplicio) hacia procedimientos que aumentaban los efectos de poder, disminuyendo el costo de ejercicio y, además, lo integraban a los mecanismos de producción. “Para que haya plusganancia es preciso que haya pluspoder” (Foucault, 2003:146); esto quiere decir que no se puede constituir una fuerza de trabajo útil y maleable sin que haya esa red capilar, microscópica de micropoderes en donde se fije a los hombres al aparato de producción.
Pero empecemos hablando de cómo la reforma penal ha nacido en el punto de conjunción entre la lucha contra el sobreponer del soberano y la lucha contra el infrapoder de los ilegalismos conquistados y tolerados. Esto quiere decir que la forma de la soberanía monárquica tenía un poder sobrecargado, irregular, discontinuo que dejaba, en cierto sentido, a los súbditos un lugar libre para la práctica de ciertos ilegalismos. Esto se tornaba peligroso, inestable, ineficiente para ejercer un poder de castigar constante y extensible a todo el campo social. Para ello había que construir una red de vigilancia en la que el delito no pudiera escapar de ninguna forma, que le prescriba a cada uno una pena que se aplicará de forma pública para que el mensaje trasmitido sea tan claro que no vuelva a repetirse nunca más.
Este objetivo de la Reforma se vio facilitando gracias al cambio en la administración de los ilegalismos en el que se convertirán en amenazas todos aquellos que atentan contra la propiedad o el poder político (robo, hurto, fraude, etc.) y comienzan a perder protagonismo, al menos en comparación, aquellos que tienen que ver con los crímenes de sangre.
Además, no debemos olvidar que en el campo también estamos ante la fragmentación de la propiedad, la desaparición de los bienes comunes, la explotación de tierras baldías que hicieron que se dejaran de tolerar ciertos ilegalismos menores. De modo que se disiparon los márgenes en donde los más pobres y nómadas habían podido subsistir beneficiándose de las tolerancias, los descuidos, los reglamentos olvidados.
Esto debemos situarlo en el contexto de la creciente industrialización, la internalización del mercado, la aparición de grandes centros de distribución (ciudades), las nuevas formas de acumulación del capital, de relaciones de producción y del estatuto jurídico de la propiedad.
En resumen las prácticas populares viraron de los ilegalismos de derechos (como la posibilidad de eludir los reglamentos y leyes) quedando reservados a la burguesía, hacia los ilegalismos de bienes (propiedad). Además, el proceso, hizo que se especializaran los circuitos judiciales: para unos los tribunales y los castigos y para los otros las jurisdicciones especiales y las multas.
Sin embargo, cabe destacar que el proyecto de la Reforma estaba incompleto porque dejaba ciertos cabos sueltos, pretendía hacer de las representaciones y los signos el soporte de este poder “ideológico” que descuidaba el cuerpo como punto de aplicación de los castigos apuntando al “espíritu”, además no se extendía coercitivamente a lo largo del campo social (vigilancia generalizada) y por sobre todo respondía a un sujeto (de derechos, con libre albedrío, correctivo) que no tenía que ver con el sujeto dócil y útil que se estaba construyendo en estos nuevos procesos: el de acumulación de los hombres (el impulso demográfico del siglo XVIII, el anclaje de los saberes que “alargan” la vida como la medicina con los dispositivos disciplinarios, poblaciones flotantes, etc.) y el de acumulación del capital (con las mutaciones tecnológicas del aparato de producción y la división de trabajo)
Aquí, entonces, encaja perfectamente la cárcel, como la pena por excelencia a partir del siglo XIX (que no cabía en el modelo de penalidad planteado por la reforma ya que atentaba contra el bien más preciado que es la libertad y no brindaba la propaganda suficiente para tener sus efectos realmente visibles) porque no sólo castiga aquellos ilegalismos transformados en delito de forma constante, discreta, efectiva sino también forma sujetos dóciles y útiles que se insertan y fijan en el aparato productivo, además de permitir la observación, el monitoreo y el estudio de sus conductas para constituir ese saber específico que irá desplazando al poder jurídico de su papel principal: el saber criminológico y todo su aparato de especialistas.
En este punto cobra gran importancia el papel del cuerpo en los distintos sistemas de penalidad (tecnología política del cuerpo). “El cuerpo está inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él; lo cercan, lo marcan, lo doman (…)” (Foucault, 2005:32). No solo eso, sino que además existe una utilización económica del cuerpo que junto con ese poder que lo somete, lo convierte en un cuerpo productivo y obediente. En este análisis deberemos renunciar pensar el poder en el ámbito de la dualidad violencia-ideología o como una propiedad, contrato o conquista sino más bien analizar el cerco político del cuerpo (procedencia) y la microfísica del poder (emergencia).
En Vigilar y Castigar observamos como en el sistema de penalidad clásica o de soberanía, el cuerpo era el lugar de aplicación del castigo y de obtención de la verdad (objeto del suplicio). El mismo era marcado, sometido, señalado con una cicatriz. Se le aplicaba toda la fuerza del soberano, mediante un ritual atroz y espectacular que constituía la imagen invertida del rey a la que había que derrotar como a un enemigo en la guerra.
Poco a poco este modelo perderá supremacía (por el proceso desarrollado anteriormente) y el cuerpo se invisivilizará o se nublará de la mirada de los juristas de la Reforma. Será entendido más como objeto de representación anclado en la voluntad, el acto, los intereses, “el alma”. En definitiva quedará inmerso en un mar de signos y representaciones que lo utilizarán o desplazarán según se necesite en cada momento.
Finalmente derivaremos (siempre como supremacía) en el sistema de penalidad disciplinario donde cobrará vida nuevamente el cuerpo visto desde el lado de la economía, la eficacia de los movimientos, su organización interna (localización espacial) , la coacción sobre las fuerzas: cuerpo-arma, cuerpo-instrumento, cuerpo-máquina, cuerpo que se domina; prendido en un sistema de coacción y de privación, de obligaciones y prohibiciones. En definitiva algo a ser formado, reformado, corregido capaz de trabajar, donde su tiempo debe ser medido y plenamente utilizado. Por lo tanto la disciplina “construye cuadros, prescribe maniobras, impone ejercicios y finalmente dispone tácticas” (Foucault, 2005:172)

Bibliografía:

• Deleuze, G: Foucault, Paidos. Buenos Aires. 2005
• Foucault, M: El pensamiento del afuera. Versión Digital.1989 Cáp. 1 y 2.
• Foucault, M.: Genealogía del Racismo. Altamira. Buenos Aires. 1996. Primera y Segunda Conferencia.
• Foucault, M. Historia de la sexualidad, Tomo I: "La voluntad de saber", Siglo XXI. Buenos Aires. 2006. Cáp.: Derecho de vida y de muerte
• Foucault, M: La arqueología del saber (AS), Siglo XXI, Buenos Aires, 2005. Introducción y Cáp. II
• Foucault, M: La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 2003. Tercera, Cuarta y Quinta Conferencia.
• Foucault, M: La vida de los hombres infames, Versión digital. Cáp.: La sociedad punitiva, Las desviaciones religiosas y el saber médico
• Foucault, M: Las palabras y las cosas, Siglo XXI, Buenos Aires, 1999. Prefacio
• Foucault, M: Los anormales, Fondo de la Cultura Económica. Buenos Aires. 2006. Clase del 29 de Enero de 1975
• Foucault, M.: Microfísica del poder, La Piqueta. Madrid. 1992. Cáp.: Nietzsche, la genealogía, la historia; Entrevista sobre la prisión: el libro y su método.
• Foucault, M: ¿Qué es un autor? Versión Digital. 1986
• Foucault, M: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Buenos Aires. 2005. Cáp. I a X.
• Murillo, S: El discurso de Foucault: Estado, locura y anormalidad en la construcción del individuo moderno, UBA CBC, Bs. As., 1996.





Etiquetas: ensayando, foucault, fsoc, sociología, uba

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      Zadie Smith

      Al Espejo


      ¿Por qué persistes, incesante espejo?/ ¿Por qué duplicas, misterioso hermano,/ el movimiento de mi mano?/ ¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?// Eres el otro yo de que habla el griego/ y acechas desde siempre. En la tersura/ del agua incierta o del cristal que dura/ me buscas y es inútil estar ciego.// El hecho de no verte y de saberte/ te agrega horror, cosa de magia que osas/ multiplicar la cifra de las cosas// que somos y que abarcan nuestra suerte./ Cuando esté muerto, copiarás a otro/ y luego a otro, a otro, a otro, a otro…//

      El Hacedor


      Somos el río que invocaste, Heráclito./ Somos el tiempo. Su intangible curso/ acarrea leones y montañas,/ llorado amor, ceniza del deleite,/ insidiosa esperanza interminable,/ vastos nombres de imperios que son polvo,/ hexámetros del griego y del romano,/ lóbrego un mar bajo el poder del alba,/ el sueño, ese pregusto de la muerte,/ las armas y el guerrero, monumentos,/ las dos caras de Jano que se ignoran,/ los laberintos de marfil que urden/ las piezas de ajedrez en el tablero,/ la roja mano de Macbeth que puede/ ensangrentar los mares, la secreta/ labor de los relojes en la sombra,/ un incesante espejo que se mira/ en otro espejo y nadie para verlos,/ láminas en acero, letra gótica,/ una barra de azufre en un armario,/ pesadas campanadas del insomnio,/ auroras, ponientes y crepúsculos,/ ecos, resaca, arena, liquen, sueños.// Otra cosa no soy que esas imágenes/ que baraja el azar y nombra el tedio./ Con ellas, aunque ciego y quebrantado,/ he de labrar el verso incorruptible/ y (es mi deber) salvarme.//

      Límites


      De estas calles que ahondan el poniente,/ una habrá (no sé cuál) que he recorrido/ ya por última vez, indiferente/ y sin adivinarlo, sometido// a Quién prefija omnipotentes normas/ y una secreta y rígida medida/ a las sombras, los sueños y las formas/ que destejen y tejen esta vida.// Si para todo hay término y hay tasa/ y última vez y nunca más y olvido/ ¿quién nos dirá de quién, en esta casa,/ sin saberlo nos hemos despedido?// Tras el cristal ya gris la noche cesa/ y del alto de libros que una trunca/ sombra dilata por la vaga mesa,/ alguno habrá que no leeremos nunca.// Hay en el Sur más de un portón gastado/ con sus jarrones de mampostería/ y tunas, que a mi paso está vedado/ como si fuera una litografía.// Para siempre cerraste alguna puerta/ y hay un espejo que te aguarda en vano;/ la encrucijada te parece abierta/ y la vigila, cuadrifronte, Jano.// Hay, entre todas tus memorias, una/ que se ha perdido irreparablemente;/ no te verán bajar a aquella fuente/ ni el blanco sol ni la amarilla luna.// No volverá tu voz a lo que el persa/ dijo en su lengua de aves y de rosas,/ cuando el ocaso, ante la luz dispersa,/ quieras decir inolvidables cosas.// ¿Y el incesante Ródano y el lago,/ todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?/ Tan perdido estará como Cartago/ que con fuego y con sal borró el latino.// Creo en el alba oír un atareado/ rumor de multitudes que se alejan;/ son los que me han querido y olvidado;/ espacio y tiempo y Borges ya me dejan.//

      Jorge Luis Borges -el eterno-

      A Perfect Day for Bananafish

      HERE WERE ninety-seven New York advertising men in the hotel, and, the way they were monopolizing the long-distance lines, the girl in 507 had to wait from noon till almost two-thirty to get her call through. She used the time, though. She read an article in a women's pocket-size magazine, called "Sex Is Fun-or Hell." She washed her comb and brush. She took the spot out of the skirt of her beige suit. She moved the button on her Saks blouse. She tweezed out two freshly surfaced hairs in her mole. When the operator finally rang her room, she was sitting on the window seat and had almost finished putting lacquer on the nails of her left hand. She was a girl who for a ringing phone dropped exactly nothing. She looked as if her phone had been ringing continually ever since she had reached puberty. With her little lacquer brush, while the phone was ringing, she went over the nail of her little finger, accentuating the line of the moon. She then replaced the cap on the bottle of lacquer and, standing up, passed her left--the wet--hand back and forth through the air. With her dry hand, she picked up a congested ashtray from the window seat and carried it with her over to the night table, on which the phone stood. She sat down on one of the made-up twin beds and--it was the fifth or sixth ring--picked up the phone. "Hello," she said, keeping the fingers of her left hand outstretched and away from her white silk dressing gown, which was all that she was wearing, except mules--her rings were in the bathroom. "I have your call to New York now, Mrs. Glass," the operator said. "Thank you," said the girl, and made room on the night table for the ashtray. A woman's voice came through. "Muriel? Is that you?" The girl turned the receiver slightly away from her ear. "Yes, Mother. How are you?" she said. "I've been worried to death about you. Why haven't you phoned? Are you all right?" "I tried to get you last night and the night before. The phone here's been--" "Are you all right, Muriel?" The girl increased the angle between the receiver and her ear. "I'm fine. I'm hot. This is the hottest day they've had in Florida in--" "Why haven't you called me? I've been worried to--" "Mother, darling, don't yell at me. I can hear you beautifully," said the girl. "I called you twice last night. Once just after--" "I told your father you'd probably call last night. But, no, he had to-Are you all right, Muriel? Tell me the truth." "I'm fine. Stop asking me that, please." "When did you get there?" "I don't know. Wednesday morning, early." "Who drove?" "He did," said the girl. "And don't get excited. He drove very nicely. I was amazed." "He drove? Muriel, you gave me your word of--" "Mother," the girl interrupted, "I just told you. He drove very nicely. Under fifty the whole way, as a matter of fact." "Did he try any of that funny business with the trees?" "I said he drove very nicely, Mother. Now, please. I asked him to stay close to the white line, and all, and he knew what I meant, and he did. He was even trying not to look at the trees-you could tell. Did Daddy get the car fixed, incidentally?" "Not yet. They want four hundred dollars, just to--" "Mother, Seymour told Daddy that he'd pay for it. There's no reason for--" "Well, we'll see. How did he behave--in the car and all?" "All right," said the girl. "Did he keep calling you that awful--" "No. He has something new now." "What?" "Oh, what's the difference, Mother?" "Muriel, I want to know. Your father--" "All right, all right. He calls me Miss Spiritual Tramp of 1948," the girl said, and giggled. "It isn't funny, Muriel. It isn't funny at all. It's horrible. It's sad, actually. When I think how--" "Mother," the girl interrupted, "listen to me. You remember that book he sent me from Germany? You know--those German poems. What'd I do with it? I've been racking my--" "You have it." "Are you sure?" said the girl. "Certainly. That is, I have it. It's in Freddy's room. You left it here and I didn't have room for it in the--Why? Does he want it?" "No. Only, he asked me about it, when we were driving down. He wanted to know if I'd read it." "It was in German!" "Yes, dear. That doesn't make any difference," said the girl, crossing her legs. "He said that the poems happen to be written by the only great poet of the century. He said I should've bought a translation or something. Or learned the language, if you please." "Awful. Awful. It's sad, actually, is what it is. Your father said last night--" "Just a second, Mother," the girl said. She went over to the window seat for her cigarettes, lit one, and returned to her seat on the bed. "Mother?" she said, exhaling smoke. "Muriel. Now, listen to me." "I'm listening." "Your father talked to Dr. Sivetski." "Oh?" said the girl. "He told him everything. At least, he said he did--you know your father. The trees. That business with the window. Those horrible things he said to Granny about her plans for passing away. What he did with all those lovely pictures from Bermuda--everything." "Well?" said the girl. "Well. In the first place, he said it was a perfect crime the Army released him from the hospital--my word of honor. He very definitely told your father there's a chance--a very great chance, he said--that Seymour may completely lose control of himself. My word of honor." "There's a psychiatrist here at the hotel," said the girl. "Who? What's his name?" "I don't know. Rieser or something. He's supposed to be very good." "Never heard of him." "Well, he's supposed to be very good, anyway." "Muriel, don't be fresh, please. We're very worried about you. Your father wanted to wire you last night to come home, as a matter of f--" "I'm not coming home right now, Mother. So relax." "Muriel. My word of honor. Dr. Sivetski said Seymour may completely lose contr--" "I just got here, Mother. This is the first vacation I've had in years, and I'm not going to just pack everything and come home," said the girl. "I couldn't travel now anyway. I'm so sunburned I can hardly move." "You're badly sunburned? Didn't you use that jar of Bronze I put in your bag? I put it right--" "I used it. I'm burned anyway." "That's terrible. Where are you burned?" "All over, dear, all over." "That's terrible." "I'll live." "Tell me, did you talk to this psychiatrist?" "Well, sort of," said the girl. "What'd he say? Where was Seymour when you talked to him?" "In the Ocean Room, playing the piano. He's played the piano both nights we've been here." "Well, what'd he say?" "Oh, nothing much. He spoke to me first. I was sitting next to him at Bingo last night, and he asked me if that wasn't my husband playing the piano in the other room. I said yes, it was, and he asked me if Seymour's been sick or something. So I said--" "Why'd he ask that?" "I don't know, Mother. I guess because he's so pale and all," said the girl. "Anyway, after Bingo he and his wife asked me if I wouldn't like to join them for a drink. So I did. His wife was horrible. You remember that awful dinner dress we saw in Bonwit's window? The one you said you'd have to have a tiny, tiny--" "The green?" "She had it on. And all hips. She kept asking me if Seymour's related to that Suzanne Glass that has that place on Madison Avenue--the millinery." "What'd he say, though? The doctor." "Oh. Well, nothing much, really. I mean we were in the bar and all. It was terribly noisy." "Yes, but did--did you tell him what he tried to do with Granny's chair?" "No, Mother. I didn't go into details very much," said the girl. "I'll probably get a chance to talk to him again. He's in the bar all day long." "Did he say he thought there was a chance he might get--you know--funny or anything? Do something to you!" "Not exactly," said the girl. "He had to have more facts, Mother. They have to know about your childhood--all that stuff. I told you, we could hardly talk, it was so noisy in there." "Well. How's your blue coat?" "All right. I had some of the padding taken out." "How are the clothes this year?" "Terrible. But out of this world. You see sequins--everything," said the girl. "How's your room?" "All right. Just all right, though. We couldn't get the room we had before the war," said the girl. "The people are awful this year. You should see what sits next to us in the dining room. At the next table. They look as if they drove down in a truck." "Well, it's that way all over. How's your ballerina?" "It's too long. I told you it was too long." "Muriel, I'm only going to ask you once more--are you really all right?" "Yes, Mother," said the girl. "For the ninetieth time." "And you don't want to come home?" "No, Mother." "Your father said last night that he'd be more than willing to pay for it if you'd go away someplace by yourself and think things over. You could take a lovely cruise. We both thought--" "No, thanks," said the girl, and uncrossed her legs. "Mother, this call is costing a for--" "When I think of how you waited for that boy all through the war-I mean when you think of all those crazy little wives who--" "Mother," said the girl, "we'd better hang up. Seymour may come in any minute." "Where is he?" "On the beach." "On the beach? By himself? Does he behave himself on the beach?" "Mother," said the girl, "you talk about him as though he were a raving maniac--" "I said nothing of the kind, Muriel." "Well, you sound that way. I mean all he does is lie there. He won't take his bathrobe off." "He won't take his bathrobe off? Why not?" "I don't know. I guess because he's so pale." "My goodness, he needs the sun. Can't you make him? "You know Seymour," said the girl, and crossed her legs again. "He says he doesn't want a lot of fools looking at his tattoo." "He doesn't have any tattoo! Did he get one in the Army?" "No, Mother. No, dear," said the girl, and stood up. "Listen, I'll call you tomorrow, maybe." "Muriel. Now, listen to me." "Yes, Mother," said the girl, putting her weight on her right leg. "Call me the instant he does, or says, anything at all funny--you know what I mean. Do you hear me?" "Mother, I'm not afraid of Seymour." "Muriel, I want you to promise me." "All right, I promise. Goodbye, Mother," said the girl. "My love to Daddy." She hung up.

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      --Cuento en español--(recomiendo en Inglés)

      J.D Salinger **IMPRESIONANTE**

      La Despensa del Diablo

      En nuestro pueblo a orillas del estuario, donde escupir esta tan común como pescar, celebrábamos los cumpleaños de los niños con una linda costumbre. No soplábamos las velitas de la torta. En cambio, una vez que terminabamos de comer en las mesas sostenidas por caballetes, bajo los frondosos tarbonios, escupíamos el año pasado, con sus desiluciones y fracasos, con las mentiras que contamos, con las peleas y crueldades. Expulsábamos todos nuestros vicios, errores y fechorías para poder empezar el nuevo año entrante.
      Sólo necesitabamos un racimo de uvas. Rodeados de los vecinos y la familia, de tus compañeros de clase y de los amigos de tus padres, tenías que comer una uva por cada año de tu vida. Debías rasgar y comer la pulpa reteniendo las semillas. no era fácil.si tragabas una, tragabas la maldad del año pasado. Guardábas las semillas en un rincón de la boca o la amontonabas entre los dientes o en el labio superior. Un niño de dos años-y por ende relativamente libre de pecados- solo tendría que guardar, digamos, siete semillas dentro de su tierna boquita. Un muchacho de quince- un bribón, que abusa sexualmente de sí mismo, además de dormir todo el día, como se imaginarán - debería zamparse, digamos treinta semillas o más. Naturalmente habia muchas risas y algunas cosquillas que complicaban más aún la tarea.
      Para cuando el homenajeado comía la última uva, los invitados de la fiesta habían formado un círculo y gritaban tomados de la mano alrededor de él. Todos empezaban una cuenta regresiva en voz alta: diez, nueve, ocho... Y al grito de "¡ya!" tenías que escupir las semillas de golpe. Rociabas todo el círculo danzante con tus pecados silíceos, salivosos. Ser alcanzado por las semillas era una bendición, un honor. El nuestro, como ya he dicho, era un pueblo acostumbrado a escupir y a dejar todos sus errores y ofensas en el pasado.
      A decir verdad, hoy cumplo veintisiete años. No tengo el coraje de llamar a casa. Esta noche saldré a celebrar con amigos. Pero esta tarde, en mis horas libres, recorrí la feria callejera que hay debajo de mi pequeño departamento porque quería darme algunos gustos. Un libro, el último CD de Bosse y un racimo de uvas de la región. Uvas negras. En esta época de supermercados son las únicas que tienen semillas.
      Como todo hombre que siente culpa por haber abandonado el hogar y la familia, soy un sentimental. Puse el CD en el estéreo y seleccioné una canción romántica. Aplasté mis veintisiete uvas con los dientes, lleno de añoranza, y acumulé la sesenta semilla contra el blando interior de mi boca. No disponía de testigos danzantes, naturalmente. Yo mismo conté diez hasta uno, silenciosamente, casi sin atreverme a mover los labios. Luego parado frente a la ventana abierta, eché hacia atrás la cabeza y escupí mis desiluciones hacia la calle. antes que pudiera asomarme, oí el repiquteo de mis veintisiete años sobre los parabrisas y los techos de los autos que pasaban. en ese mismo instante alcancé a ver una sombreda extensión de agua en las afueras de la ciudad, un grupo de árboles, mesas abandonadas, y mis amigos ya casi olvidados que giraban sonrientes, sonrientes, formando una ronda en cuyo centro no había nadie que expulsara sobre ellos, la absolución de los años vivídos.


      Jim Crace

      La Sueñera

      Estoy bien despierta por ahora, acostada en el borde de un sueño hondo. El fondo no se ve. El agua es viscosa y corrupta. A veces, salen monstruos. Sin embarho, no me asusto. En la vigilia estoy seca y segura: un pañazo bien dado y zácate, monstruo al agua. Lástima que con tanto ajetreo no voy a poder dormirme nunca.
      ***

      No se preocupe, me dicen. Cuando se despierte no se va a acordar de nada. Cuando me despierto, en efecto, no me acuerdo de nada. Recuento mis órganos nternos, compruebo mis sentidos y todo parece estar en orden. sin embargo. sé que me falta algo. Eso me pasa por dormir demasiado pienso: uno se despierta con dolor de cabeza )la circatriz es invisible. Para ser tan chiquititos, tienen muy buenos cirujanos)
      ***

      Si un inglés que conozco pero no reconozco azuza sus abedules contra mí y enarbolando un gimnoto palpitante intenta amonestarme, no me amilano. En pocas palabras lo mando al infierno en su lengua de origen. Una persona culta como yo es capaz de soñar en tres idiomas.
      ***

      No reconozco el paisaje. La gente es amable pero distraída. En la ciudad oscura me encuentro perdida. La guía Peuser no me ayuda de nada. Más vale que se despierte. me dice una voz malhumorada- Este sueño no es el siyp- En vez de despertarme me duermo más profundo. ¡Qué soñante yan poco hospitalario!
      ***

      Los objetos no siempre resultan amenazadoras. A veces, incluso son amables. Los fomingos a la mañana, sin ir más lejos, la mesita de luz me atrae el desayuno a la cama.
      ***

      El sector de mis sueños está bien protegido. Doble cerca de alambres de púa, dragones con cola de perro, centinelas armados. sin mi permido no dejan entrar a nadie. A mí, en cambio, me meten a la fuerza.
      ***

      Despiertese, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.
      ***

      Habéis desobedecido mi orden, dijo el Señor a Adán y Eva. Y sin darles otra oportunidad, los despertó de golpe.
      ***

      Un hombre sueña que ama a una mujer. La mujer huye. El hombre envia en su persecución los perros del deseo. La mujer cruza un puente sobre un río, atraviesa un muro, se eleva sobre unas montañas. Los perros atraviesan el río a nado, saltan el muro y al pié de la montaña se detienen jadeando.El hombre sabe, en su sueño. que jamás en su sueño podrá alcanzarla. cuando se despierta, la mujer está al lado y el hombre descubre, decepcionado, que ya es suya.
      ***

      He tenido pesadillas e latex. He sufrido pesadillas de plumas. Sé que ninguna almohada garantiza la calidad de los sueños.
      ***

      No se culpe al paisaje: que los túneles son frecuentes, es cosa bien sabida. Soy yo la que no siempre se duerme topo.
      ***

      Varias horas permanecí con el termómetro bajo la axila, hasta empezar a sentir los primeros movimientos. Al fin, abrí el brazo suavemente para sacar los restos de ampolla rota y deja que los nuevos termometritos se attastraran hasta mi hombro. Incliné la cabeza hacia ellos: en su dulce media lengua de mercurio me llamaban "mamá"
      ***

      Con un correctísimo conjuro invoco a Sataás. Sin mbarg, debo resignarme a conversar con su secretario. Mi señor es ubicuo y omnisciente, anuncia con solemnidad. Perpo me entrega una solicitud para llenar por triplicado. Decididamente la burocracia es un infierno.
      ***

      Duplicar el capital frente a un espejo ¿especular?
      ***

      Ante todo, alejar a los insectos de los guerreros orientales. Peligrosísimo un cienmpiés entrenado, por ejemplo, en la técnica marcial de las patadas voladoras.
      ***

      Peor, mucho peor que perderse (y tan sedientos) en el desierto de una página en blanco: caer en el hondo pozo oasis de una o.
      ***

      Dícese que los machos cabríos adoptan a veces la forma de demonios para darse aires y confundir a los hombres. Vender el alma al diablo es entregarse a un horror irreversible. Vendérsela a un chivo cualquiera es incurrir en una papelón eterno.
      ***

      Con las manchas rebeldes, mano dura. Mediante grupos comando, especializados en el asesinato político, liquidar en primer lugar lugar a sus jefes. Desaparecidos los cabecillas, será más fácil someter a las demás, forzarlas a la obediencia más completa, convertirlas en manchas definitivamente leales. En ese punto, ya ni siquiera será necesario eliminarlas.
      ***

      Porque mi mano derecha escandaliza, la corto y la arrojo fuera de mí. Ella camina muy oronda sobre sus cinco patitas por toda la casa y, lo que es más grave aún, sigue escandalizando.
      ***

      Obsesiones sin patas se arrastran por mis circunvalaciones-sus meandros-. Hacen crisálidas en el lecho de neuronas con resultados alados y asombrosos que algunos llaman sueños.
      ***

      Hay un lado éste, hay un lado otro, hay una permeable membrana que los une o separa y yo aquí, en ósmosis constante del lado este al lado otro, tras-pasada de lado a lado en el pasaje, en el pasar, en el definitivo ¿despertar?
      ***

      Para que crezcan bien no basta con regarlas todos los días: hay que darles cariño, hablarles mucho, acariciarles la cabeza y las manos, decía el potus a los helechos, mirándonos con orgullo.
      ***

      Durante cien años durmió la Bella, Un año tardó en desperezarse tras el beso apasionado de su príncipe. Dos años le llevó vestirse y cinco el desayuno. Todo lo había soportado sin quejas su real esposo hasta el momento terrible en que, después de catorce años de almuerzo, llegó la hora de la siesta.
      ***

      Los niños se resisten al sueño porque recuerdan con exesiva precisión la calidad de la ausencia inimaginable desde la que han llegado. sólo el tiempo, el despertador y el olvido podrán obligarnos a disfrutar del sueño, de la nada.
      ***

      Esperaba encontrarte pero no así, como decirte, no con esos ojos, no con esa corbata, no con ese nombre, no con ese tenedor, no con esos dientes, no yo así, tan emperejilada, tan tentadora, tan en mitad de plato, tan tostada.
      ***

      Yo a las redundancias no les temo. Me quito los zapatos claveteados, inútiles en terrenos pedregosos, y con zapatillas de goma las pateo, hasta reducirlas en meras aliteraciones redondas, goleadoras. son recursos que una tiene: recursos literarios.
      ***

      Mi mamita es una rosa, mi papito es un clavel. De esa unión imposible, condenada por todos, nací yo, pobre injerto híbrido y estéril, destinada a terminar mis días en cualquier florero de mal gusto.
      ***

      No puedo golpearlo: su daño afectaría mi suerte. No puedo ponerlo en penitencia contra la pared: entre nosotros, una acción semejante solo se tolera ante la muerte. Cómo entonces castigar al espejo por haberse atrevido a reflejar mi otro cuerpo, la manos visible de mis caras.
      ***

      Toda bruja tiene su escoba o la desea
      ***

      Detrás de una puerta cerrada es posible encontrar los más inverosímiles horrores y también extraordinarias formas de la felicidad. Cuando la puerta se abre, el número de posibilidades, que era infinito, se reduce a uno y entramos, por ejemplo, en un baño (es lo más común) o en nuestro propio dormitorio. Y cómo porbar que esa realidad que se alza sólidamente ante nuestros ojos, es la misma que nos aguardaba, agazapada, cuando estábamos tan cerca pero fuera de ella, detrás de esa puerta que volveremos a cerrar al salir para permitir una vez más el auge y la decadencia de los innumerables universos.
      ***

      Entre las formas de suicidio: retroceder en el tiempo hasta el momento de su propia concepción, impedirla.
      ***

      La vida en una pecera no es mala. Estoy a salvo de los tiburones y no tengo que preocuparme por el alimento, hay plantas y la temperatura del agua es agradable. Los domingos me dan palmitos con salsa golf y suprema Maryland y hasta me han prometido una operación que abrirían agallas en mi cuello para no tener que estar siempre así, con la cabeza levantada.
      ***

      Mientras el escultor la abraza tratando de infundirle su aliento vital, la estatua sonríe impasible, admirando con un poco de asombro la perfección del escultor, su obra.
      ***

      Para atraerlos, no hay como descubrir ocultando. Un poco de orégano por aquí, y por allá y aros de cebolla en los lóbulos de las orejas para disimular los anzuelos. Cuando hay cardumen, mantenga la calma: no es conveniente atrapar más hombres de los que puede consumir en un invierno. La primavera los vuelve flacos y tornadizos, toman un fuerte sabor acidulado y su conservación resulta problemática.
      ***

      Todos los patitos se fueron a bañar y el más chiquitito se quiso quedar. El sabía por qué: el compuesto químico que había arrojado horas antes en el agua del estanque dio el resultado previsto. Mamá Pata no volvió a pegarle: a un hijo repentinamente único se lo trata - es natural - con cierto miramientos.

      Ana Marí­a Shua

      Encargo

      No me des tregua, no me perdones nunca/ Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves/ ¡No me dejes dormir, no me des paz!/ Entonces ganaré mi reino / naceré lentamente./ No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;/ tállame como un sílex, desespérame./ Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos./ Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y escamas./ Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces./ No me importa ignorarte en pleno día,/ saber que juegas cara al sol y al hombre./ Compártelo./
      Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,/ lo que nadie te pide: las espinas/ hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,/ oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre./ París, 1951/1952

      **seguimos con Julito**



      Historias de Cronopios y de Famas


      Conservación de recuerdos
      Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".
      Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempres de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

      Julio Cortázar


      **Con este maravillos autor, uno siempre se quedará corto de citas** !LEANLO TODO!

      Historias de Cronopios y de Famas


      Conservación de recuerdos
      Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".
      Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempres de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

      Julio Cortázar


      **Con este maravillos autor, uno siempre se quedará corto de citas** !LEANLO TODO!

      Historias de Cronopios y de Famas


      Alegría de un cronopio
      Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.

      -Buenas tardes, fama. Tregua catala espera.
      -Cronopio cronopio?
      -Cronopio cronopio.
      -Hilo?
      -Dos, pero uno azul.

      El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
      -Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo.
      -No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.

      Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.

      Julio Cortázar


      **Con este maravillos autor, uno siempre se quedará corto de citas** !LEANLO TODO!

      Historias de Cronopios y de Famas


      Maravillosas Ocupaciones


      Qué maravillosa ocupación cortarle la pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina.
      Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino.
      Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas.
      Qué maravillosa ocupación tomar el ómnibus, bajarse delante del Ministerio, abrirse paso a golpes de sobres con sellos, dejar atrás al último secretario y entrar, firme y serio, en el gran despacho de espejos, exactamente en el momento en que un ujier vestido de azul entrega al Ministro una carta, y verlo abrir el sobre con una plegadera de origen histórico, meter dos dedos delicados y retirar la pata de araña, quedarse mirándola, y entonces imitar el zumbido de una mosca y ver cómo el Ministro palidece, quiere tirar la pata pero no puede, está atrapado por la pata, y darle la espalda y salir, silbando, anunciando en los pasillos la renuncia del Ministro, y saber que al día siguiente entrarán las tropas enemigas y todo se irá al diablo y será un jueves de un mes impar de un año bisiesto.

      Julio Cortázar


      **Con este maravillos autor, uno siempre se quedará corto de citas** !LEANLO TODO!

      Niebla


      Por debajo de esta corriente de nuestra existencia, por dentro de ella, hay otra corriente en sentido contrario: aqui vamos del ayer al mañana, allí se va del mañana al ayer(...)
      (...)Y ahora me brillan en el cielo de mi soledad los dos ojos de Eugenia. Me brillan con el resplandor de las lágrimas de mi madre. Y me hace creer que existo, ¡dulce ilusión! ¡Amo, ergo sum! Este amor, Orfeo, es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia. Gracias al amor siento al alma de bulto, la toco. Empieza a dolerme en su cogollo mismo el alma, gracias al amor. ¿Qué es sino amor, sino dolor encarnado?
      Vienen los días y van los días y el amor queda. Allá dentro, muy dentro, en las entrañas de las cosas, se rozan, se friegan la corriente de este mundo con la contraria corriente del otro, y de este roce y friega viene el más triste y dulce de los dolores: el de vivir (..)"

      Miguel de Unamuno


      Soneto XVII


      No te amo como si fueras rosa de sal, topacio/ o flecha de claveles que propagan el fuego:/ te amo como se aman ciertas cosas oscuras,/ secretamente, entre la sombra y el alma./
      Te amo como la planta que no florece y lleva/ dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,/ y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo/ el apretado aroma que ascendió de la tierra./
      Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,/ te amo directamente sin problemas ni orgullo:/ así te amo porque no sé amar de otra manera,/ sino así de este modo en que no soy ni eres,/ tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,/ tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño./

      Pablo Neruda


      La Náusea


      “Éramos un montón de existencias incómodas, embarazadas por nosotros mismos; no teníamos la menor razón de estar allí, ni unos ni otros; cada uno de los existentes, confuso, vagamente inquieto, se sentía de más con respecto a los otros. De más: fue la única relación que pude establecer entre los árboles, las verjas, los guijarros....Y yo –flojo, lánguido, obsceno, dirigiendo, removiendo melancólicos pensamientos–, también yo estaba de más. Afortunadamente no lo sentía, más bien lo comprendía, pero estaba incómodo porque me daba miedo sentirlo (todavía tengo miedo, miedo de que me atrape por la nuca y me levante como una ola). Soñaba vagamente en suprimirme, para destruir por lo menos una de esas existencias superfluas. Pero mi misma muerte habría estado de más. De más mi cadáver, mi sangre en esos guijarros, entre esas plantas, en el fondo de ese jardín sonriente. Y la carne carcomida hubiera estado de más en la tierra que la recibiese; y mis huesos, al fin limpios, descortezados, aseados y netos como dientes, todavía hubieran estado de más; yo estaba de más para toda la eternidad.”
      “Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Solo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo.”

      Jean Paul Sartre


      La insoportable levedad del ser


      "No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es la ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto de nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro. -Einmal ist keinmal- repite Tomás para sí (...)Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre sólo puede vivir una vida es como no viviera en absoluto."

      Milán Kundera


      No te Salves


      No te quedes inmóvil al borde del camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca./
      No te salves/ no te llenes de calma/ no reserves del mundo/ sólo un rincón tranquilo/ no dejes caer lo párpados/ pesados como juicios/ no te quedes sin labios/ no te duermas sin sueño/ no te pienses sin sangre/ no te juzgues sin tiempo./
      Pero si/ pese a todo/ no puedes evitarlo/ y congelas el jubilo/ y quieres con desgana/ y te salvas ahora/ y te llenas de calma/ y reservas del mundo/ sólo un rincón tranquilo/ y dejas caer los párpados/ pesados como juicios/ y te secas sin labios/ y te duermes sin sueño/ y te piensas sin sangre/ y te juzgas sin tiempo/ y te quedas inmóvil/ al borde del camino/ y te salvas/ entonces/ no te quedes conmigo/

      Mario Benedetti


      Lo Fatal

      DICHOSO el árbol, que es apenas sensitivo,/ y más la piedra dura porque esa ya no siente,/ pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo/ ni mayor pesadumbre que la vida consciente./
      Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,/ y el temor de haber sido y un futuro terror.../ ¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,/ y sufrir por la vida y por la sombra y por /
      lo que no conocemos y apenas sospechamos,/ y la carne que tienta con sus frescos racimos,/ y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos/ y no saber adónde vamos,/ ni de dónde venimos!... /

      Ruben Darío



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      última actualización: 20 de mayo 2010

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